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La política enmascarada destruye conciencias.
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Ya en el ocaso de mi vida, he llegado al conocimiento de
cosas no gratas y a la confirmación de otras muy gratas. Unas
decepcionan y entristecen; otras felizmente complacen.
De todos modos, resulta muy doloroso confirmar que he vivido
muchos años, en medio de hipocresías que la mayoría aceptó como válidas,
no obstante haber causado sufrimiento; mientras otras no fueron por
todos practicadas, no obstante ser correctas.
Hemos tenido gobernantes, representantes y juristas en los tres
poderes y no siempre habrían hecho las cosas bien, no habrían generado
con sus actos, bienestar social, sino muy por el contrario infelicidad y
empobrecimiento, sin embargo algunos se habrian empecinado en apoyarlos,
respaldarlos hasta reelegirlos, y a quienes hubieran sido los correctos
en los cargos los habríamos desechado, a veces a sabiendas, otras veces
no, pero siempre equivocando al emitir nuestros votos en las urnas
electorales.
La corrupción habría arrastrado en algunos casos a políticos y en
otros a electores; en el caso de aquellos se daba luego la inmunidad que
luego se transformaría en impunidad, pero en el caso de los electores
algunos menos mal corregían, mientras otros cauterizada su conciencia,
persistían en el error.
Cuántas veces quise participar en medios virtuales, pero muchas
veces malinterpretaban mis palabras y rechazaban mi amistad y por ende
mi participación, quienes perdían eran ellos, peor quienes hubieran sido
oyentes o televidentes, que necesitaban información que les habría sido
útil, más por culpa de estos broadcaster, no tuvieron la oportunidad de
ser informados.
Las masas desinformadas son fácil presa de los corruptos, que les
arrastran tras de si y los convierten en borreguitos, que aplauden sus
torcidas doctrinas, que les servían para enmascarar sus delitos.
Pobre mi país, nunca pudo desarrollar, siempre saqueado,
empobrecido y subdesarrollado, ha transcurrido cinco siglos, desde
aquellos días en que fue invadido por unos cuantos aventureros que luego
serían aumentados por los angurrientos de oro y vida fácil.
Primero serían los de la península del viejo mundo, luego por
pueblos de la gran isla del mar del norte, para luego ser reemplazados
por grupos de poder que hoy buscan desaparecer fronteras, destruir la
familia y esclavizar al mundo, más no podrán hacerlo, la salvación de la
humanidad se daría.
Lo más horrible es la traición de quienes aquí nacieron y de
otros que se asilaron y devolvieron mal por bien, porque esa resultó ser
su mala sangre, lo cierto es que nuestro desarrollo estaría frenado
adrede y un país tan rico, termino en manos de saqueadores y
filibusteros.
Pero ya esto pronto acabaría.
Jorge Paredes Romero
Periodista y humanista peruano
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