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J.
C. Mariátegui y el problema del indio, de ayer y de hoy
Jorge Paredes Romero
Periodista y
humanista peruano
Dr. Hugo SALINAS
salinas_hugo@yahoo.com
José Carlos Mariátegui, uno de los más
brillantes intelectuales de su época, y por qué no decirlo, el
científico social que, a su pesar, sus resultados de investigación
se han convertido en dogmas, estuvo muy cerca de comprender la raíz
del problema del indio. Y con ello, estuvo muy cerca de esclarecer
el enigma del origen de la pobreza de las mayorías nacionales, de
ayer y de hoy.
De una manera directa, y sin ambages, en sus 7 Ensayos[i] comienza
por precisar que “todas las tesis sobre el problema indígena, que
ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros
tantos estériles ejercicios teoréticos – y a veces sólo verbales –,
condenados a un absoluto descrédito.”[ii] Para el Amauta, el
problema del indio es un problema económico-social.
Y refuerza aún más su tesis diciendo que “la crítica socialista lo
descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía del
país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico,
ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones
culturales y morales.”[iii]
En el Prólogo de Tempestad en los Andes del historiador y
antropólogo peruano Luis Eduardo Valcárcel Vizcarra, J. C.
Mariátegui agrega lo siguiente: “El socialismo nos ha enseñado a
plantear el problema indígena en nuevos términos. Hemos dejado de
considerarlo abstractamente como problema étnico o moral para
reconocerlo concretamente como problema social, económico y
político. Y entonces lo hemos sentido, por primera vez, esclarecido
y demarcado.”[iv]
El problema del indio, entonces, no es solamente económico-social
sino también político. Y el Amauta se encarga de precisar la
secuencia de importancia cuando nos dice que “los que no han roto
todavía el cerco de su educación liberal burguesa […], olvidan que
la política y, por tanto la economía, lo dominan
fundamentalmente.”[v]
Es decir, para Mariátegui “la cuestión indígena arranca de nuestra
economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la
tierra.”[vi] Y algo más, el Amauta precisa que “el factor central
del fenómeno es la hegemonía de la gran propiedad semifeudal en la
política y el mecanismo del Estado. Por consiguiente, es sobre este
factor sobre el que se debe actuar […].”[vii]
Pero resulta que “la gran propiedad” de la tierra no es un asunto
económico, en el sentido de producir bienes económicos. La
“propiedad” es una noción del campo del Derecho y no de la Economía.
Mientras que la tierra cultivable es un elemento de la Economía, de
la actividad de producción de bienes; la propiedad de la tierra
cultivable es un asunto de decisión socio-económica, en el sentido
de a quién pertenece el resultado de la actividad económica.
El Amauta no logra hacer la diferencia entre los dos elementos de la
actividad socio-económica. Mientras uno de los elementos, el proceso
de trabajo, la forma de trabajar, define los bienes a producir, para
lo cual la tierra cultivable es un elemento importante; el segundo
elemento, la decisión socio-económica, se orienta a decidir quién
será el beneficiario de la totalidad del resultado de la actividad
económica, para lo cual pone en juego la propiedad de la tierra y el
tipo de repartición del resultado que va consigo.
A pesar de su imprecisión para determinar los dos elementos de la
actividad socio-económica, Mariátegui percibe que “el problema del
indio” se encuentra en la gran propiedad y sobre la cual es
necesario actuar. Es decir, percibe que el problema del indio radica
en las características del segundo elemento de la actividad
socio-económica. Y lo precisa, una vez más, cuando anota que “El
problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la
liquidación de la feudalidad en el Perú.”[viii]
Si bien la “feudalidad” se manifiesta, se concretiza, a través de
una forma de trabajar que tiene como elemento fundamental a la
tierra cultivable, no necesariamente la gestión de la tierra
cultivable nos conduce a la “feudalidad”. Es el caso precisamente de
la civilización tawantinsuyana, en donde la producción agrícola
condujo al “comunismo inkaico”[ix].
Mientras que la feudalidad se asienta en la propiedad individual, el
comunismo inkaico se asienta en la propiedad colectiva. Mientras que
la feudalidad se define como la apropiación de la totalidad del
resultado de la actividad económica por el señor feudal, el
comunismo inkaico implica la repartición de la totalidad del
resultado de la actividad económica, entre todos los habitantes de
la comunidad y en partes más o menos iguales.
Es decir que la feudalidad es producto de la decisión
socio-económica en su forma de Repartición Individualista, el
comunismo inkaico es producto de la decisión socio-económica en su
forma de Repartición Igualitaria. De donde se puede concluir que, la
feudalidad no es fruto de la actividad económica en tanto que forma
de trabajar que utiliza a la tierra cultivable como su elemento
fundamental. La feudalidad es fruto de la Repartición Individualista
del resultado de la actividad económica.
Y para no dejar dudas, el Amauta cita a César Antonio Ugarte,
Bosquejo de la historia económica del Perú, p. 9: “Los caracteres
fundamentales de la economía inkaica […] eran los siguientes:
Propiedad colectiva de la tierra cultivable por el ayllu o conjunto
de familias emparentadas, aunque dividida en lotes individuales
intransferibles; propiedad colectiva de las aguas, tierras de pasto
y bosques por la marca o tribu, o sea la federación de ayllus
establecidos alrededor de una misma aldea; cooperación común en el
trabajo; apropiación individual de las cosechas y frutos”.[x]
Dicho de otra manera, la misma tierra cultivable perteneciente a una
forma de trabajar bien precisa, puede soportar dos tipos diferentes
de propiedad y de repartición del resultado de la actividad
económica; es decir, dos tipos diferentes de decisión
socio-económica. Uno que nos conduce al “comunismo inkaico” y otro,
al feudalismo. Y es así que podemos afirmar con mayor claridad que
“el problema del indio” no es un “problema de la tierra”. Porque la
tierra cultivable no es más que un elemento de la forma de trabajar.
El “problema del indio” proviene la repartición individualista del
resultado de la actividad económica, en la que se funda el
feudalismo, y que se convalida a través de la propiedad individual.
La no identificación de los dos elementos de la actividad
socio-económica, con sus respectivas características, impide a José
Carlos Mariátegui precisar, sin ambigüedad, la raíz del “problema
del indio”. Con ello, por una parte, se hubiera podido señalar que
el feudalismo es fruto de la repartición individualista que se
manifiesta a través de la propiedad individual y, por otro lado, se
hubiera podido concluir que la solución se encuentra en la
repartición igualitaria que se manifiesta a través de la propiedad
colectiva.
Una noción de propiedad colectiva que el Amauta lo resume muy bien
en la frase: “[…] y como el sol no es de nadie en particular,
tampoco el planeta lo es.”[xi] Noción de propiedad colectiva muy
diferente a la propiedad comunal de las comunidades campesinas de
ahora, a la propiedad social, e incluso de la propiedad de las
empresas públicas.
José Carlos Mariátegui estuvo a un paso de señalar que la pobreza
del indio, como el de la actual mayoría de la población peruana,
radica en la repartición individualista; y cuya alternativa de
solución exige la instalación de la repartición igualitaria, como el
segundo elemento de la actividad socio-económica. Imprecisión que le
conduce a proponer “la tesis de que la política liberal del laissez
faire, que tan pobres frutos ha dado en el Perú, debe ser
definitivamente reemplazada por una política social de
nacionalización de las grandes fuentes de riqueza.”[xii]
Con esta propuesta, el de “la nacionalización de las grandes fuentes
de riqueza”, por un lado, se está dejando intacto el origen de la
pobreza, la repartición individualista que se manifiesta a través de
la propiedad individual y, por otro, se desestima a la repartición
igualitaria que se manifiesta a través de la propiedad colectiva,
como solución a la pobreza de las mayorías nacionales.
Lima, sjl, 9 de julio del 2015
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