La salud es negocio de muchos
 

Jorge Paredes Romero

Periodista y humanista peruano

Debido a un accidente automovilístico ocurrido en la Quebrada de Guerreros (carretera entre Arequipa y Mollendo) la vida me puso en manos de los hospitales desde hace muchos años, pero es algo de lo cual tampoco me habría librado, así no hubiera ocurrido aquel lamentable percance carretero y es que nadie está libre de caer en las garras de ellos, sea desde que te inoculen la primer enfermedad mediante las dudosas vacunas o desde que en verdad te enfermes en medio de una realidad en la cual están todos los virus y bacterias, buscando a quien caerle encima, sea en el aire o en cualquier producto cosmético o alimenticio, porque ahora vienen en cada cosa que te pones encima, incluyendo las amalgamas que te coloca un dentista o en algo que alegremente ingieras, podría ser un antojo que consumiste en una cafetería, increíble ahora pagas por enfermarte.

Y bien, una vez que caes en manos de estos señores ya no te sueltan jamás, porque de una u otra manera, sea mediante un análisis o una radiografía, te dirán que tienes que tomar pastillitas, cápsulas jarabes o inyectarte con cierta periodicidad, ciertos medicamentos que te recetan de todas maneras. Porque los síntomas también te conducirán a lo mismo, si tienes fiebres un antipirético, si tienes dolor una analgésico, si tienes una inflamación un antiinflamatorio, si te aqueja una infección un antibiótico, todas estas medicinas primarias son anti, son las más utilizadas, definitivamente son a las que echa mano un médico en primera instancia, con ello harán desaparecer o atenuaran esos molestos síntomas y tú feliz bailarás en un solo pie cuando te sientes libre de esas “itis” que te molestaban, si pues, una amigdalitis o una otitis, tal vez una faringitis o una bronquitis.

¿Pero te imaginas cuántas cápsulas o pastillas son recetadas diariamente en los hospitales de MINSA o en los de EsSalud o en los de cuerpos policiales, de las fuerzas armadas, en postas médicas o establecimientos CLAE que todavía existen? Pues toneladas y todos han sido comercializados por millones, en gigantescos petitorios girados desde todos esos establecimientos mencionados líneas arriba y unidos todos en un consolidado, resultan pues un pedido inmenso que representa un gasto de millones de dólares, que benefician a esta industria farmacéutica, a la cual estamos o estaremos encadenados de por vida, sobre todo quienes ya estemos padeciendo enfermedades crónicas, situación a la indefectiblemente todos caeremos algún día, desde un simple paracetamol hasta una medicina sofisticada.

Y es que la primera vez que asistes al médico en vez de curarte solo te darán medicina paliativa, es decir en vez de curarte como realmente debería ser, solo palian la enfermedad, la remiten, la hacen retroceder, te alivian y que pase el siguiente… al hacer esto solamente han hecho que la patología remita a un segundo plano, han atenuado sus efectos sea bajando la fiebre o haciendo retroceder la inflamación, más no fuiste curado. En unos días, semanas o meses, nuevamente serás atacado por esos virus o bacterias, retornaras al médico quien te dará la misma medicina anterior pero en dosis mayor, ya no será de 250 mg. sino de 500 mg., y así sucesivamente, hasta que cambiará de medicina a otra más fuerte y luego a diversas de nuevos nombres que jamás escuchaste y hasta te resulten difícil de vocalizar y también de leer, son unos garabatos que el farmacéutico si entiende, hasta que ya no haya medicina que alivie tus males, entonces habrás llegado a una situación grave, tendrás que operarte o serás amputado, luego pasaremos a una situación terminal y tendremos que separar ataúd y nicho, porque ya no hay medicina que te aliviará, esa es la cruda verdad, mientras tanto transcurrieron años en manos de médicos, que solo estudiaron fármacoterapia y recurren a un petitorio de medicamentos, a los cuales tienen acceso en cada sistema de salud, el mismo que ya se lo aprendieron de memoria, pero hay médicos que todavía recurren a esos listines que ahora con el avance de la tecnología ya los tienen en sus celulares.

Esos medicamentos que te receta digamos el médico Perales, son los mismos que recetan los médicos de todo el mundo y sumadas esas pastillitas que nos ordenan tomar pues ya te imaginas, suman millones de pastillitas, que diariamente son producidas por la industria farmacéutica a la cual todos los gobiernos del mundo recurren y eso representa millones de dólares. Ahora ¿cómo llegó esa enfermedad a nuestro organismo? He ahí la pregunta de los 100 mil dólares, pues llegó a través de varias vías, unos dicen de las vacunas, otros por el aire, por el contagio o por alimentos, hasta por la contaminación del agua por los relaves de minerales y es algo que cada día lo tenemos más cerca, ya creo que nace un pueblo con su mina cerca o simplemente porque entraste en contacto con otra persona infectada, lo cierto es que una vez infectado, ya entrase al círculo vicioso del consumismo y tendremos que apartar un presupuesto para esos gastos personales, que luego si te casas serán gastos familiares o en todo caso la seguridad social o la sanidad pública te las dará en una ventanilla rotulada como Farmacia, en donde estas medicinas están encasilladas ordenadamente y para manipularlas existe un personal denominado técnico en farmacia, quien tiene su dominio allí, entre pastillitas de colores o jarabes de todos los sabores, porque ahora vienen con sabor a fresa, a melón y hasta a chocolate.

Lo cierto es que jamás te curarás, siempre estarás retornando al hospital o a la consulta médica sino estás asegurado, lo cual casi siempre es así y te queda el SIS o simplemente morirte porque ya no habrá medicina para ti, llegaste al extremo de lo tratable, eres un enfermo terminal y solo quedará esperar la muerte, la cual llegará más por miedo que por la enfermedad. Desde el año 1972 están que debo morirme, ya ni caso les hago, porque me lo han dicho tantas veces que he dejado de creerles, me han operado algo de veintiséis veces y he estado a punto de partir más de 4 veces, en situación gravísima, la última fue el 2001 en el hospital Almenara, ya me habían retirado todo, solo me quedé con un suero, hasta que un jovencito le dijo a mi esposa que podría salvarme algo que EsSalud tiene y estaba en almacén, se llama alimentación enteral, pues me colocaron aquello, ya que mi esposa argumentó que soy periodista y llamaría la prensa si no me ayudan con eso, pues me lo colocaron y en 24 horas estaba otra vez riendo y buscando hacer labores periodísticas, pero tendrían que pasar algo de más de dos meses, para después de una tarde comer un chicharrón de pescado que la vecina no quería comer y a mí me encanta y que pedí la charola de comida y me la despaché todita, a los pocos días me dieron de alta y ya estoy aquí 15 años más haciendo lo que más me agrada, escribir.

Pero eso de jovencitos que nos dan noticias me sucedió también otra vez, el año 1988, cuando cierta vez fui objeto de una calumnia y me denunciaron a la fiscalía, entonces presenté un escrito a mi manera, la fiscal me dijo que eso estaba bien y era comprensible pero debería presentarlo un abogado, de modo que me fui a la calle Azángaro en Lima, cerca al “Palacio de la Injusticia”, y allí me apoyé en un poste y me puse a orar, pedí a La Providencia me concediera una abogada mujer y que sea honesta y me ayudara, ya que era nocente y eso lo sabía Él. Pues dije Amén abrí los ojos y un jovencito me pasaba la voz diciéndome: Señor, Ud. busca una abogada ¿verdad? Pues le dije que si, más sorprendido que ratón delante de un gato, venga, le guiaré y pues me llevó a un edificio de cuatro pisos, me ayudó con la silla de ruedas en el elevador y me condujo a un estudio donde no había nadie, pero me dijo: espere, no se vaya, vendrá la doctora, hasta luego y se fue… ni me pidió propina o algo parecido, simplemente se fue…

Efectivamente a los pocos minutos vino una abogada quien me atendió y me saco de aquel aprieto, resulta que era amiga de la Fiscal y habló por teléfono con ella y pues me hizo firmar una hoja y es todo, le pagué sus honorarios y listo. Es un relato aún más largo, quizá algún día lo haga completo como también lo del jovencito del hospital, pero así fue y también de aquella señorita que el año 1973 me salvó la vida, en otro hospital antes de conocer a mi madre, porque hasta antes del accidente no conocía mis padres juntos, recién el año 1973 conocí a ambos juntos y a ocho hermanos por parte de madre, es una historia larga que tal vez algún día me anime a relatar…