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Añoranzas

Que tal mi estimado Jorge ,como mollendino, puede decirse algo antiguo, al estar solo me vienen a la memoria los recuerdos y me provoca escribir lo que siento, entonces empieza mi imaginación pasar esos momentos tan gratos que vivimos un día no muy lejano que digamos y te agradezco la gentileza de tu parte, de considerarme en tus páginas, porque ya tu eres parte de la historia que quedará para los que vienen detrás nuestro y que se sientan orgullosos de ser mollendinos por siempre,

Un amigo en la distancia.

Alejandro Peña A.

Cómo va pasando el tiempo, parece mentira que hace 40 años nos alejamos de nuestro querido Mollendo, aun resuena en nuestro oído las notas de esa canción que escucháramos de José Feliciano "Pueblo mío", que hacía mención al alejamiento y cantáramos "que será. que será de nuestra vida que será, si se mucho o no se nada ya mañana se sabrá lo que será", era como un himno al graduado de secundaria, en la que iban alejándose poco a poco y todos al final alzaron vuelo, teníamos todas las inquietudes, las vehemencias como cualquier adolescente, con las promesas de volver, dejando ilusiones, tristezas de un pasado llena de esperanzas, para encontrarse en un retorno lejano con nuevos rostros, sentirse uno extraño en su propio terruño, que fue de mil recuerdos, ya no están los muchachos de entonces, ya no están los rostros de aquellos viejos de antaño, de nuestros seres queridos, Mollendo es como un santuario humano, porque somos como las aves que se asientan un tiempo, hasta que las crías alcen vuelo, así el mollendino emigra y alza su vuelo en busca de nuevos horizontes, pero la nostalgia nos invade.

Pensar que mis padres tuvieron 9 hijos y todos volaron igual que toda la familia, hoy repartidos por todas partes. Aun siento estar caminando entre la niebla del invierno rumbo al colegio y esperar la salida para acompañar a la chica que te quitaba el sueño, ilusiones tiernas del adolescente, que amaba con inocencia, sin maldad y limpio de corazón, sentir el dulce tocar de sus manos y el sabor de sus labios y llegar el momento de la despedida, las promesas de regresar, con el respeto de sentirla pura, llena de principios y de creer en un hasta luego que no se cumpliría, como dice la canción "sabes que la distancia es como el viento" que se aleja y desaparece, pero queda el recuerdo de aquellos años maravillosos, como no recordar estar con la muchachada, conversar en las noches sentados en la vereda del barrio, contando chistes, filosofar, mirando el infinito, la inquietud sobre los ovnis, de las casas embrujadas, del porque de las cosas y luego la chacota de algún palomilla que no faltaba en el grupo y empieza la risotada, el bullicio y por supuesto la queja de los mayores y a correr se dijo a buscar otra esquina, un cigarrillo por ahí que todos comparten, empezar a cantar, llevar serenata a la chica del momento.

Cuarenta años después, todo es tan diferente, nuevas caras, nuevos alias, de aquellos que conocí un día ya no están, solo encuentras una nostalgia inmensa en el corazón, el barrio esta tan triste, sin el bullicio sano de entonces, fluyen algunas lagrimas recordando imágenes de una adolescencia, caminar y no encontrar a los amigos de antaño, te aferras al recuerdo y despiertas en una realidad, en que todo cambió, ya no somos los mismos ahora somos aves pasajeras que volvemos al sitio que nos vio nacer, para regresar al refugio que has construido, nuestro presente que esta lejos de nuestro querido Mollendo, que por siempre te recordare

Alejandro Peña A.

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