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Todo lo que voy a narrar sucedió este año.
Milagros Leiva - periodista
A uno de mis mejores amigos lo asesinaron en la puerta de su casa,
frente a su pequeña que hoy es huérfana de padre y madre. Al papá de
una de mis compañeras de trabajo lo mataron en una notaría y hasta
hoy nadie está preso. Al hombre que más quiero y respeto en estos
últimos tiempos lo asaltaron en una esquina de Miraflores y le
abrieron la cabeza de un certero cachazo, yo lo llevé a la clínica,
yo vi cómo le cosían mientras el doctor nos consolaba diciendo que
felizmente no lo habían matado. Le robaron todo lo que pudieron, le
pegaron porque él mantuvo la calma, por que la "histeria" no le
ganó. A la mujer que quiero y respeto por su trabajo abnegado,
porque me ayuda hace mil años en las labores de mi casa, no sé qué
decirle cuando me cuenta que ella y todas las vecinas de su barrio
no salen de su casa a partir de las ocho de la noche porque los
pandilleros son unos desgraciados que asaltan con tanta crueldad que
ella teme por sus hijos. Esa señora no vive en México, tampoco en
Colombia, ella vive en el Perú, en Villa El Salvador y no miente. No
puede salir de su casa en las noches porque tiene miedo, porque ha
visto asaltos con cuchillos y botellas cortadas. Que yo sepa no
sufre de "histeria". Una amiga periodista con quien comparto el
horario de las once de la noche en la televisión peruana, ella en
señal abierta conduciendo un noticiero, yo en el cable conduciendo
un programa de entrevistas, acaba de vivir una pesadilla en la
puerta de su casa. La asaltaron, la amarraron y yo misma recuerdo lo
que pude escribirle cuando conocí la noticia: todo lo material se
recupera, Pilo, felizmente nada malo les pasó. Felizmente están con
vida. Pili estuvo esa noche de vulnerabilidad junto a su esposo
militar quien también guardó la calma frente a los delincuentes
armados y no sucumbió ante la "histeria".
El presidente Humala prometió devolvernos la seguridad y esa promesa
incumplida es uno de los principales motivos por los que sigue
bajando en las encuestas. Sicarios que matan en chifas, cambistas
que son asesinados al mediodía, cogoteros y carteristas que hacen de
las suyas hace décadas con absoluta impunidad no son inventos de los
periodistas, no son problemas de este año sino de muchos atrás, pero
estamos hartos de que no den muestras de estar trabajando sin dormir
porque el tema es más que urgente.
Ayer intenté que el primer ministro Jiménez explicara a todos los
peruanos las acciones que el gobierno hace porque está preocupado
por nuestra inseguridad, a cambio recibí una respuesta que jamás
imaginé. Primero me dijo que no haga demagogia y que sea seria con
el tema, segundo habló de que en la inseguridad hay mucha histeria
colectiva y que no estamos en los niveles de México y Colombia. Hoy
el ministro ha dicho en RPP que lo han sacado de contexto y que el
gobierno sí está preocupado y que por supuesto comprende el temor de
la gente. Para empezar en un programa en vivo nadie puede sacar una
frase de contexto, pero la gente sí puede sacar sus conclusiones de
lo que escucha. He pensado mucho en lo que ha dicho el primer
ministro en el programa. Es uno de los personajes más importantes
del gobierno. He llegado a una sola conclusión: Quiero a mi país, he
crecido muy asustada con la violencia de Sendero Luminoso y no
quiero que los sicarios ganen esta vez el partido. Me declaro
histérica y demagoga. No quiero que a ningún peruano le pongan una
pistola en la cabeza en la puerta de su casa o saliendo de su
trabajo porque yo sé lo que uno siente, porque a mí me pasó y
felizmente estoy viva para contarlo aunque tenga un chichón en mi
cabeza que nunca se va y que me recuerda esa noche de angustia. Lo
he dicho mil veces: si estoy aquí es porque mi vecino Tony se
solidarizó conmigo y me salvó de tres sujetos que me apuntaban con
pistolas mientras yo solo pedía auxilio. No me voy a quedar callada
aunque un político me diga histérica y demagoga. En el Perú mucha
gente tiene miedo y las autoridades nos tienen que devolver la
tranquilidad, la seguridad de vivir en un país sin sicarios. No es
broma, no es problema mental y por si el ministro Jiménez no lo
recuerda fuimos miles de peruanos los que llenamos doce cuadras de
la avenida Pardo pidiendo seguridad a principios de este año. Que yo
sepa ninguno de los que marchamos éramos demagogos o queríamos
boicotear a este gobierno, éramos peruanos sin bandera política,
hartos de ver cómo matan a otros peruanos en nuestras narices y solo
reclamamos paz y seguridad.
Acabo de escuchar muchos rumores. Es posible que Juan Jiménez haya
renunciado a la presidencia del Concejo de Ministros y que otro
político lo reemplace, pero esto no resuelve el problema. El
gobierno debe tener voluntad política y una estrategia concreta para
combatir la delincuencia. Las personas pasan, las políticas de
Estado quedan. Presidente Humala, reaccione por favor.
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