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La responsabilidad de educar
Resumen de Seminarios,
Conferencias en diversas invitaciones.
Jorge Paredes
Romero (Humanista)
30 noviembre 2012
Ya de regreso a
Perú, hemos llegado a finales del 2012, con la tranquilidad de aún
estar lúcidos y lo que es mejor con una responsabilidad que muchos
quisieran tener, si, aunque les parezca mentira, quizá haya quien
diga: Esa responsabilidad no quisiera tenerla yo, pues gran error.
Educar es la responsabilidad más hermosa que se pueda tener, con
todo el conocimiento que tengo ahora, hubiera querido recién empezar
a educar mis propios hijos, pero no fue así, hoy puedo ver los
resultados de haber confiado en los demás, cuando la educación de
niños y jóvenes no es de los demás, tampoco es solo de nosotros, es
de todos, de allí la frase: Se necesita de todo un pueblo para
educar un niño.
Por ello es que a
partir de este año, nosotros dispondremos de la Comunidad de
Aprendizaje (CdA), la mejor institución educativa jamás imaginada,
porque la CdA está conformada por todos: estudiantes, maestros,
padres y comunidad. Los estudiantes son aquellos que hoy empiezan a
los 3 años de edad, pero deberían ser desde el momento en que nacen
y aún más antes, con lo que corresponde a cada edad y no como ahora,
que en el afán de aprestarlos desesperadamente, se cae en grandes
errores. Los Maestros deben ser personas formadas con
talentos y dones, desarrollados a partir de la vocación, pero
también con la firme decisión de ser apóstoles. Maestro, maestra no
puede ser cualquier persona con deseos de enseñar, es mucho más que
eso, podemos decir que una persona muy especial y cuya vida es
dedicada a un apostolado.
Los Padres de familia, tanto él como ella,
son personas que deben empezar a educar antes de procrear, por eso
decía que mucho antes, porque no se puede traer un niño a este mundo
sin estar preparado, para darle las mínimas condiciones de una vida
digna y cuya salud debería ser pensada a partir de la salud de sus
padres, en todo sentido: moral, social, nutricional, cultural, etc.,
para de ese modo no hacer carecer en nada de lo indispensable a esa
criatura. La sociedad debe estar lista a proveer todos los soportes
suficientes, modelos y condiciones, para que esos niños no carezcan
de cuestiones primarias, como son alimentación, vestido, recreación
a través del trabajo y el buen gobierno, como también los modelos
suficientes, de allí la gran responsabilidad de esa sociedad, que
hoy está totalmente inadaptada y desfasada. Las instituciones que
conforman esa sociedad, deben ser conformadas y fortalecidas por
personas honestas, ecuánimes y responsables, solo así podremos decir
que una comunidad de aprendizaje es adecuada para la misión que se
le encomienda en su momento.
¿Pero qué ha
venido sucediendo a lo largo de los siglos? Pues que la clase
dominante solo se ha preocupado por formar generaciones de seres
humanos, capaces de echar a andar la maquinaria, de hacer producir
la tierra, de mover las herramientas para extraer del subsuelo
productos diversos. El sistema se ha comportado de una manera
perversa, al solo hacer que los niños y jóvenes desarrollen,
compitiendo entre ellos mismos, en una carrera auto-destructiva,
selectiva, con una educación estandarizada y maestros que son más
amaestradores que formadores o en todo caso, no son más que
adiestradores asalariados, para lograr promociones de excelentes
primeros puestos, sin importarles mucho los rezagados y
desaprobados, ellos que aprendan a sobrevivir en un mundo regido por
la ley de la selva.
Solo sobrevivirán los excelentes, los mejores,
los que acumulan medallas y diplomas. Ciertas ocupaciones han sido
consideradas innecesarias, como son los agricultores, las
actividades pecuarias, etc., de allí que la tierra ha sido diezmada,
abandonada, buscando que el hijo del agricultor migre a la ciudad en
busca del academismo, de la profesión universitaria, abandonando los
campos, que esos jóvenes se tecnifiquen y dejen de lado la pesca
artesanal y la siembra de hortalizas, ahora barcos de arrastre se
dedican a levantar redes gigantescas y los laboratorios han creado
los cultivos transgénicos y se piensa que la clonación es la
solución para la alimentación del futuro.
La gente ha ido
abandonando los campos, los ríos contaminados y el mar cosificado,
solo sobrevive en el ciclo del agua, que día a día se consume, no
solo para calmar la sed, sino para las diversas industrias que se
sirven de ella, la producción de energía, el procesamiento de
minerales por ejemplo.
Las escuelas han
quedado convertidas en cárceles, en donde a la edad de 3 años son
encerrados millones de niños en todo el mundo, para ser amaestrados,
adiestrados, en aquello que le será útil al joven, para ir a servir a
las fábricas y las industrias, pero esa educación está lejos de
procurarle felicidad. Muchos maestros se contagiaron de esa
consigna, proveer jóvenes excelentes a las universidades y a las
fábricas, nadie se preocupó por buscar que esos niños y jóvenes sean
felices, que en su proceso formativo cuestionen a sus maestros, que
hagan uso de su sentido crítico y que participen ellos mismos en su
desarrollo. A nadie se le ocurrió que los padres deben participar en
la formación de sus hijos, que deben verlos crecer, a la par que
desarrollar, que no es lo mismo, ya que solo existe una masa de
maestros, que a su vez recibieron esa mediocre formación, con la
consigna de lograr técnicos brillantes y profesionales útiles, sin
tomar en cuenta la inclusión, la participación, ni la articulación
hogar escuela con fines edificantes, sino solo para fines sociales y
comerciales.
Lamentablemente los padres de familia han sido
aglomerados en las llamadas APAFA, solo para manipularlos y de esa
forma contribuyan con el sistema, para elaborar cuadros de niños
robotizados, pero nunca felices. La educación debe tender a procurar
felicidad tanto a estudiantes como a sus padres, hacer felices a
los maestros y lograr una sociedad feliz, es decir la felicidad debe
ser la prioridad fundamental, como también lograr la realización
plena de la persona y no la cosificación de seres humanos
estandarizados y luego hasta exportados a servir en otras sociedades
en procura de dinero, alejándoles de sus hogares, de su tierra y su
cultura, haciendo mucho daño a los pueblos, que se desintegran con el
cuento del sueño americano, europeo o asiático.
La participación
de los padres en el aula, permitiría que ellos tengan una noción
exacta del trabajo del maestro y de las actitudes de sus hijos en el
aula, como también la visita de los maestros a los hogares, daría una
idea del cómo y con quienes convive el estudiante y cuál es su
actitud en el hogar y la forma como se relaciona con sus padres y
hermanos. Por otro lado esto permitiría un mayor acercamiento entre
los actores de esta educación, una democratización auténtica y
articulación estrecha, para quizá darle solución a algunos problemas
tanto de aquí como de allá.
Del mismo modo, la
participación de la comunidad en todas sus diversidades, sería
acrecentador, una vívida forma del cómo se revitaliza la escuela,
mediante la participación de la fábricas, las industrias, empresas,
negociantes, mercados, policía, iglesias, clubes deportivos, no solo
como informativas, sino de financiamiento y porque no de fuentes de
trabajo, hasta de proyección altruista, cualquier cosa puede suceder,
cuando se hacen alianzas, convenios, etc.
El aula debe
transformarse, de ser un espacio cerrado a uno en el que se trabaje,
entonces sería un aula taller, dejando de lado al maestro expositor,
para darle paso al participante, al dialogante, en donde el
estudiante hace uso de su sentido crítico, inquisitorio, cuestionador, el que duda y hasta se equivoca, como parte del proceso
educativo. Debe retornarse a un mayor contacto con la naturaleza, al
entendimiento del valor de la ecología, al respeto a la naturaleza y
a los insumos naturales como parte de nuestra vida que debe
protegerse y no hacer uso descuidado de ello. Solo estamos dando
pautas, no pretendemos agotarlo todo, creemos que el acucioso lector
podrá desprender a partir de estos pensamientos, muchas otras ideas
que enriquecerán, pero que nosotros apenas en el apuro volcamos en
estas líneas.
Jorge Paredes Romero
Humanista
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