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Nota del editor:
Esta pagina cobra
actualidad debido a que la noticia dice que el hijo de Muamar el
Gadafi,
Saif al Islam Gadafi estaría vivo y habría sido
liberado y retornaría a Libia para hacerse cargo del partido de su
padre y probablemente del gobierno de su país, de ser así sería
positivo que asumiera el legado de su padre en cuanto a las reformas
sociales, económicas y políticas
Jorge Paredes Romero
Analista Big Data
Lima
2 de agosto el 2016
Intervención de Muammar al-Gaddafi ante la
Asamblea General de las Naciones Unidas

En nombre de la Unión Africana, quisiera saludar a los miembros de
la Asamblea General de las Naciones Unidas, y espero que esta
reunión sea una de las más históricas en la historia del mundo.
En nombre de la Asamblea General en su sexagésimo cuarto período de
sesiones, presidida por Libia, de la Unión Africana, de mil reinos
africanos tradicionales y en el mío propio, aprovecho esta
oportunidad, en mi calidad de Presidente de la Unión Africana, para
felicitar a nuestro hijo Obama porque asiste a la Asamblea General,
y le damos la bienvenida por ser su país anfitrión de esta reunión.
Este período de sesiones tiene lugar en medio de muchos retos que
encaramos, y el mundo entero debe unirse y mancomunar sus esfuerzos
para superar los desafíos que son nuestro principal enemigo común, a
saber, el cambio climático y las crisis internacionales, tales como
el deterioro económico del capitalismo, las crisis alimentaria y del
agua, la desertificación, el terrorismo, la inmigración, la
piratería, las epidemias naturales y las causadas por el hombre y la
proliferación nuclear. Tal vez la gripe H1N1 fue un virus creado en
un laboratorio que quedó fuera de control, y que originalmente se
había concebido como un arma militar. Entre esos retos también cabe
citar la hipocresía, la pobreza, el miedo, el materialismo y la
inmoralidad.
Como se sabe, las Naciones Unidas fueron fundadas por tres o cuatro
países que a la sazón estaban en contra de Alemania. Las Naciones
Unidas fueron creadas por naciones que se unieron contra Alemania en
la segunda guerra mundial. Esos países constituyeron un órgano
denominado el Consejo de Seguridad, que convirtió a esos países en
miembros permanentes y les otorgó el derecho de veto. Nosotros no
estábamos presentes en ese momento. Las Naciones Unidas se
configuraron de acuerdo con esos tres países, que tenían la
intención de que nos sumáramos a los planes originalmente concebidos
contra Alemania. Esa es la esencia real de las Naciones Unidas,
cuando se fundaron hace más de 60 años.
Eso sucedió en ausencia de unos 165 países, a razón de uno a ocho,
es decir, uno estaba presente y ocho estaban ausentes. Esos países
redactaron la Carta, de la cual tengo una copia. Al leer la Carta de
las Naciones Unidas, se puede constatar que el Preámbulo de la Carta
difiere de sus Artículos. ¿Cómo surgió la Carta? Todos los que
asistieron a la Conferencia de San Francisco en 1945 participaron en
la redacción del Preámbulo, pero dejaron los Artículos y el
reglamento interno del llamado Consejo de Seguridad en manos de los
expertos, los especialistas y los países interesados, países que
habían establecido el Consejo de Seguridad y se habían unido en
contra de Alemania.
El Preámbulo es muy atractivo, y nadie lo objeta, pero todas las
disposiciones que aparecen después lo contradicen completamente.
Rechazamos esas disposiciones y nunca las respaldaremos; se
volvieron obsoletas con la segunda guerra mundial. En el Preámbulo
se afirma que todas las naciones, pequeñas o grandes, son iguales.
¿Somos iguales en lo que respecta a los puestos permanentes? No, no
lo somos. En el Preámbulo se afirma por escrito que todas las
naciones son iguales, ya sean pequeñas o grandes. ¿Tenemos nosotros
el derecho de veto? ¿Somos iguales? En el Preámbulo se dice que
tenemos igualdad de derechos, ya sean nuestros países grandes o
pequeños. Eso es lo que se declara y lo que acordamos en el
Preámbulo. Por tanto, el veto contradice la Carta. No aceptamos ni
reconocemos el veto.
En el Preámbulo de la Carta se afirma que no se deberá recurrir a la
fuerza armada, salvo en interés común. Ese es el Preámbulo que
acordamos y firmamos, y nos sumamos a las Naciones Unidas porque
queríamos que la Carta reflejara eso. Se indica que solo se
recurrirá a la fuerza armada en interés común de todas las naciones,
pero ¿qué ha sucedido desde entonces? Han estallado 65 guerras desde
la creación de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, 65
desde su creación, con millones de víctimas más que en la segunda
guerra mundial. ¿Acaso esas guerras, así como la agresión y la
fuerza que se utilizaron en esas 65 guerras, responden al interés
común de todos nosotros? No; esas guerras se llevaron a cabo en aras
de los intereses de uno, tres o cuatro países, pero no de todas las
naciones.
Hablaremos acerca de si esas guerras respondían al interés de un
solo país o de todas las naciones. Eso contradice de manera
flagrante la Carta de las Naciones Unidas que firmamos, y, a menos
que actuemos de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas que
acordamos, lo rechazaremos y no temeremos hablar con nadie en
términos que no sean diplomáticos. Ahora hablamos del futuro de las
Naciones Unidas. No debe haber hipocresía ni diplomacia porque se
trata de la cuestión importante y vital del futuro del mundo. La
hipocresía dio lugar a las 65 guerras que han estallado desde la
creación de las Naciones Unidas.
En el Preámbulo también se afirma que, si se recurre a la fuerza
armada, deberá ser una fuerza de las Naciones Unidas, es decir, una
intervención militar de las Naciones Unidas, con el acuerdo conjunto
de las Naciones Unidas, no de uno, dos o tres países. Las Naciones
Unidas en su conjunto decidirán ir a la guerra para mantener la paz
y la seguridad internacionales. Desde la creación de las Naciones
Unidas en 1945, si hay un acto de agresión de un país contra otro,
las Naciones Unidas en su conjunto deben disuadir y detener esa
agresión.
Si un país, Libia por ejemplo, agrediera a Francia, entonces la
Organización entera respondería porque Francia es un Estado Miembro
soberano de las Naciones Unidas y todos compartimos la
responsabilidad colectiva de proteger la soberanía de todas las
naciones. Sin embargo, se han emprendido 65 guerras de agresión sin
que las Naciones Unidas hayan hecho algo por impedirlas. Otras ocho
grandes guerras violentas, cuyas víctimas suman unos 2 millones de
personas, han sido emprendidas por Estados Miembros que disfrutan de
los poderes de veto. Esos países que pretenden que creamos que
tratan de mantener la soberanía e independencia de los pueblos
utilizan en realidad la agresión contra los pueblos. Si bien
deseamos creer que esos países desean trabajar por la paz y la
seguridad en el mundo y proteger a los pueblos, han recurrido por el
contrario a las guerras de agresión y a la conducta hostil. Al
disfrutar del veto que ellos mismos se otorgaron como miembros
permanentes del Consejo de Seguridad, han iniciado guerras que han
cobrado la vida de millones de víctimas.
El principio de no injerencia en los asuntos internos de los Estados
está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas. Por
consiguiente, ningún país tiene derecho a intervenir en los asuntos
de ningún Gobierno, sea democrático o dictatorial, socialista o
capitalista, reaccionario o progresista. Eso es responsabilidad de
cada sociedad; es un asunto interno del pueblo del país en cuestión.
Los senadores de Roma en una ocasión nombraron dictador a su líder,
Julio César, porque era conveniente para Roma en ese momento. Nadie
puede decir que Roma en aquel momento le diera a César el veto. El
veto no se menciona en la Carta.
Ingresamos a las Naciones Unidas porque pensamos que éramos iguales,
sólo para comprobar que un país puede objetar todas las decisiones
que adoptemos. ¿Quién le dio a los Estados miembros permanentes del
Consejo de Seguridad esa condición? Cuatro de ellos se concedieron
esa condición ellos mismos. El único país que nosotros en esta
Asamblea elegimos con la condición de Estado miembro permanente en
el Consejo de Seguridad es China. Ello se hizo democráticamente,
pero los demás puestos se nos impusieron de manera no democrática a
través de un procedimiento dictatorial llevado a cabo en contra de
nuestra voluntad, y no debemos aceptarlo.
La reforma del Consejo de Seguridad que necesitamos no es la de un
aumento en el número de miembros, lo que sólo empeoraría las cosas.
Para utilizar una expresión común, muchas manos en un plato tocan a
arrebato. Añadiría leña al fuego. Se empeorarían las cosas
sencillamente aumentando más países grandes a los que ya disfrutan
de su condición de miembros del Consejo. Sencillamente perpetuaría
la proliferación de las superpotencias. Por consiguiente, rechazamos
que se aumente el número de puestos permanentes. La solución no es
contar con más puestos permanentes, lo que sería muy peligroso.
Aumentar las superpotencias aplastaría a los pueblos de los países
pequeños, vulnerables y del tercer mundo, que se están agrupando en
lo que se ha denominado el Grupo de los 100. Cien países pequeños
que se unen en un foro que un miembro ha denominado el Foro de los
Países Pequeños.
Esos países serían aplastados por las superpotencias si se concede a
nuevos países grandes la condición de miembros del Consejo de
Seguridad. Esa puerta debe cerrarse; lo rechazamos enérgica y
categóricamente. El aumento de los puestos del Consejo de Seguridad
aumentaría la pobreza, la injusticia y la tensión a nivel mundial,
así como la gran competencia entre ciertos países como Italia,
Alemania, Indonesia, India, el Pakistán, Filipinas, Japón, Brasil,
Nigeria, Argentina, Argelia, Libia, Egipto, República Democrática
del Congo, Sudáfrica, Tanzanía, Turquía, Irán, Grecia y Ucrania.
Todos esos países procurarían un puesto en el Consejo de Seguridad,
haciendo que su composición sea casi tan grande como la de la
Asamblea General y dando lugar a una competencia poco práctica.
¿Cuál podría ser la solución? La solución es que la Asamblea General
adopte una resolución vinculante bajo la dirección del Sr. Treki
sobre la base de la voluntad de la mayoría de los miembros de la
Asamblea sin tener presente las consideraciones de ningún otro
órgano. La solución es cerrar el ingreso de nuevos Estados como
miembros del Consejo de Seguridad. Este tema figura en el programa
de la Asamblea General en este período de sesiones presidido por el
Sr. Treki. La condición de miembro a través de las uniones y el
traspaso de mandatos deben sustituir otras propuestas.
Debemos centrarnos en el logro de la democracia sobre la base de la
igualdad de los Estados Miembros. Debe haber igualdad entre los
Estados Miembros y los poderes y mandatos del Consejo de Seguridad
deben transferirse a la Asamblea General. La condición de miembros
debe ser para las uniones, no los Estados. El aumento del número de
Estados Miembros daría derecho a todos los países a tener un puesto,
de conformidad con el espíritu del Preámbulo de la Carta.
Ningún país podría negarle a Italia, por ejemplo, un puesto en el
Consejo si se le diera un puesto a Alemania. Por poner un ejemplo,
Italia podría decir que Alemania fue un país agresor y derrotado en
la segunda guerra mundial. Si diéramos un puesto a la India, el
Pakistán diría que es también un país nuclear y merece un puesto, y
esos dos países están en guerra. Esa sería una situación peligrosa.
Si diéramos un puesto al Japón, entonces tendríamos que dar uno a
Indonesia, el país musulmán más grande del mundo. Luego Turquía, el
Irán y Ucrania plantearían la misma exigencia. ¿Qué podríamos decir
a la Argentina o al Brasil? Libia merece un puesto por sus esfuerzos
al servicio de la seguridad mundial al descartar el programa de
armas de destrucción en masa. Luego Sudáfrica, Tanzanía y Ucrania
exigirían lo mismo. Todos esos países son importantes. Se deben
cerrar las puertas a la condición de miembros del Consejo de
Seguridad.
Ese enfoque es falso, una ardid que se ha planteado. Si queremos
reformar a las Naciones Unidas, aumentar las superpotencias no es la
manera. La solución es promover la democracia a nivel del congreso
general del mundo, la Asamblea General, a la que se le deben
transferir los poderes del Consejo de Seguridad. El Consejo de
Seguridad se convertiría sencillamente en un instrumento para
aplicar las decisiones adoptadas por la Asamblea General, que sería
el parlamento, la asamblea legislativa, del mundo.
Esta Asamblea es nuestro foro democrático y el Consejo de Seguridad
debería responder ante ella, no debemos aceptar la situación actual.
Estos son los legisladores de los Miembros de las Naciones Unidas, y
sus resoluciones deben ser vinculantes. Se dice que la Asamblea
General debe hacer todo lo que recomiende el Consejo de Seguridad.
Por el contrario, el Consejo de Seguridad debe hacer todo lo que
decida la Asamblea General. Estas son las Naciones Unidas, la
Asamblea formada por 192 países. No es el Consejo de Seguridad, que
sólo cuenta con 15 de los Estados Miembros.
¿Cómo podemos estar satisfechos con la paz y la seguridad mundiales
si el mundo entero está controlado por tan sólo cinco países? Somos
192 naciones y países, somos como el Speaker’s Corner de Hyde Park,
en Londres. Simplemente hablamos y nadie ejecuta nuestras
decisiones. Somos un simple elemento decorativo, sin ninguna
importancia real. Somos el Speaker’s Corner, nada más y nada menos.
Pronunciamos discursos y desaparecemos. Eso es lo que somos en estos
momentos.
Cuando el Consejo de Seguridad se convierta únicamente en un órgano
ejecutivo de las resoluciones aprobadas por la Asamblea General, no
habrá competencia para ser miembro del Consejo. Cuando el Consejo de
Seguridad se convierta en un instrumento para la aplicación de las
resoluciones de la Asamblea General, ya no será necesaria la
competencia. El Consejo de Seguridad debería, simplemente,
representar a todas las naciones. De conformidad con la propuesta
presentada a la Asamblea General, en el Consejo de Seguridad habría
puestos permanentes para todas las uniones y todos los grupos de
países.
Los 27 países de la Unión Europea deberían tener un puesto
permanente en el Consejo de Seguridad. Los países de la Unión
Africana deberían tener un puesto permanente en el Consejo de
Seguridad. Los países de América Latina y de la ASEAN deberían tener
puestos permanentes. La Federación de Rusia y los Estados Unidos de
América ya son miembros permanentes del Consejo de Seguridad. La
Comunidad del África Meridional para el Desarrollo (SADC), cuando se
haya establecido del todo, debería tener un puesto permanente. Los
22 países de la Liga de los Estados Árabes deberían tener un puesto
permanente. Los 57 países de la Organización de la Conferencia
Islámica deberían tener un puesto permanente. Los 118 países del
Movimiento de los Países No Alineados deberían tener un puesto
permanente.
También está el Grupo de los 100; quizá los países pequeños deberían
también tener un puesto permanente. Quizá también podría asignarse
un puesto permanente a los países no incluidos en las uniones que he
mencionado para que lo ocupen por rotación, cada seis o doce meses.
Estoy pensando en países como el Japón o Australia, que no
pertenecen a organizaciones como la ASEAN, o la Federación de Rusia,
que no es miembro de las uniones europeas, latinoamericanas o
africanas. Esa sería una solución para ellos si el voto de la
Asamblea General fuera favorable.
La cuestión es de vital importancia. Como ya se ha mencionado, la
Asamblea General es el Congreso y el Parlamento del mundo, el líder
mundial. Somos las naciones, y no reconoceremos a nadie que esté
fuera de la Asamblea General. El Presidente de la Asamblea, Sr. Ali
Abdussalam Treki, y el Secretario General, Sr. Ban Ki-moon,
elaborarán el proyecto jurídico y crearán los comités necesarios
para someter esta propuesta a votación, a saber, que a partir de
ahora el Consejo de Seguridad esté formado por uniones de naciones.
De este modo, tendremos justicia y democracia, y ya no tendremos un
Consejo de Seguridad formado por países que han sido elegidos por
tener armas nucleares, economías ricas o tecnología de avanzada. Eso
es terrorismo. No podemos permitir que el Consejo de Seguridad sea
dirigido por superpotencias; eso es terrorismo en sí mismo y por sí
solo.
Si queremos que el mundo esté unido, sea seguro y pacífico, eso es
lo que debemos hacer. Si queremos seguir viviendo en un mundo en
guerra, ustedes eligen. Seguiremos teniendo conflictos y luchando
hasta el día del juicio final o hasta el fin del mundo. Todos los
miembros del Consejo de Seguridad deben poder ejercer el derecho de
veto; de lo contrario, deberíamos eliminar totalmente el concepto
del veto con esta nueva formación del Consejo. Ese sería un
verdadero Consejo de Seguridad. Según las nuevas propuestas
presentadas a la Asamblea General, se trataría de un consejo
ejecutivo controlado por la Asamblea General, que tendría el
verdadero poder y dictaría todas las reglas.
De este modo, todos los países estarían en pie de igualdad en el
Consejo de Seguridad, como ya lo están en la Asamblea General. En la
Asamblea General se nos trata a todos por igual, como miembros y en
las votaciones. Lo mismo debería ocurrir en el Consejo de Seguridad.
Actualmente, un país tiene derecho de veto, otro no lo tiene; un
país es miembro permanente, otro no lo es. No deberíamos aceptarlo
ni aceptar ninguna resolución aprobada por el Consejo de Seguridad
con su composición actual. Estuvimos sometidos a tutela; fuimos
colonizados y ahora somos independientes. Hoy estamos aquí para
decidir el futuro del mundo en forma democrática, a fin de que se
mantengan la paz y la seguridad de todas las naciones, grandes y
pequeñas, en pie de igualdad. Lo contrario equivale al terrorismo,
puesto que terrorismo no es sólo Al-Qaida, sino que puede adoptar
otras formas.
Deberíamos guiarnos exclusivamente por la mayoría de votos en la
Asamblea General. Si la Asamblea General adopta una decisión por
votación, habría que acatar sus deseos y ejecutar sus decisiones.
Nadie está por encima de la Asamblea General; quien diga que está
por encima de la Asamblea General, debería abandonar las Naciones
Unidas e ir por su cuenta. La democracia no es para los ricos ni
para los más poderosos, ni para quienes practican el terrorismo.
Todas las naciones deberían estar en pie de igualdad y deberían ser
consideradas iguales.
Actualmente, el Consejo de Seguridad es feudalismo de seguridad,
feudalismo político para quienes ocupan puestos permanentes, puestos
que los protegen y ellos utilizan contra nosotros. No debería
llamarse Consejo de Seguridad, sino Consejo del terror. En nuestra
vida política, recurren al Consejo de Seguridad cuando tienen que
utilizarlo contra nosotros. Si no necesitan hacerlo, no le hacen
caso. Si tienen algún interés que promover, respetan y ensalzan la
Carta de las Naciones Unidas, recurren al Capítulo VII de la Carta y
lo usan contra las naciones pobres. No obstante, si desean violar la
Carta, no la tienen en cuenta, como si no existiera.
Conceder el derecho de veto de los miembros permanentes del Consejo
de Seguridad a los que tienen el poder es una injusticia y un acto
terrorista, y no deberíamos tolerarlo. No deberíamos vivir a la
sombra de esta injusticia y del terror.
Las superpotencias tienen intereses mundiales complejos y usan el
derecho de veto para proteger esos intereses. Por ejemplo, en el
Consejo de Seguridad usan el poderío de las Naciones Unidas para
proteger sus intereses y aterrorizar e intimidar al tercer mundo
haciendo que viva bajo la sombra del terror.
Desde el principio, a partir de su creación en 1945, el Consejo de
Seguridad no ha brindado seguridad. Por el contrario, ha sembrado el
terror y aplicado sanciones. Se usa solamente contra nosotros. Por
esta razón, ya no estaremos comprometidos a aplicar las resoluciones
del Consejo de Seguridad después de este discurso, que marca el
cuadragésimo aniversario.
Han estallado 65 guerras: ya sean luchas entre países pequeños o
guerras de agresión libradas por las superpotencias contra nosotros.
El Consejo de Seguridad, en flagrante violación de la Carta de las
Naciones Unidas, no adoptó medidas para poner fin a estas guerras o
actos de agresión contra pueblos y naciones pequeños.
La Asamblea General se pronunciará sobre una serie de propuestas
históricas. Actuamos unidos o nos fragmentaremos. Si cada nación
fuera a tener su propia versión de la Asamblea General, del Consejo
de Seguridad y de los diversos instrumentos, y si fuera a estar en
un pie de igualdad, las Potencias que actualmente ocupan los puestos
permanentes se verían limitadas a usar sus propios órganos
soberanos, ya sean tres o cuatro, y tendrían que ejercer sus
derechos contra ellas mismas. Eso no es de nuestra incumbencia.
Si quieren conservar sus puestos permanentes, eso está bien; los
puestos permanentes no nos incumben. Nunca nos someteremos a su
control o a su ejercicio del derecho de veto que se les ha otorgado.
No somos tan necios como para dar el derecho de veto a las
superpotencias para que lo usen de modo que puedan tratarnos como
ciudadanos de segunda clase y como naciones marginadas. No somos
nosotros quienes decidimos que esos países son superpotencias y
naciones respetadas que tienen la facultad de actuar en nombre de
192 países.
Los miembros deben estar plenamente conscientes de que hacemos caso
omiso de las resoluciones del Consejo de Seguridad porque esas
resoluciones se usan solamente contra nosotros y no contra las
superpotencias que tienen puestos permanentes y el derecho de veto.
Esas Potencias nunca usan ninguna resolución en contra de sí mismas.
Sin embargo, usan las resoluciones contra nosotros. Esa aplicación
ha convertido a las Naciones Unidas en una parodia de sí mismas y ha
generado guerras y violaciones de la soberanía de Estados
independientes. Ha causado la comisión de crímenes y genocidios.
Todo esto transgrediendo la Carta de las Naciones Unidas.
Ya que nadie presta atención al Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, cada país y cada comunidad ha establecido su propio consejo
de seguridad, y el Consejo de Seguridad de aquí ha quedado aislado.
La Unión Africana ya ha creado su propio Consejo de Paz y Seguridad,
la Unión Europea ya ha creado un consejo de seguridad y los países
de Asia ya han creado su propio consejo de seguridad. En breve,
América Latina tendrá su propio consejo de seguridad, como lo
tendrán las 120 naciones no alineadas.
Esto significa que ya hemos perdido confianza en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, que no nos ha garantizado la
seguridad, y por eso ahora estamos creando nuevos consejos
regionales de seguridad.
No estamos comprometidos a obedecer las normas o las resoluciones
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en su modalidad
actual porque es antidemocrático, dictatorial e injusto. Nadie puede
forzarnos a adherirnos al Consejo de Seguridad o a obedecer o a
cumplir con sus resoluciones u órdenes emitidas por el Consejo de
Seguridad en su composición actual.
Además, no se respeta a las Naciones Unidas y a la Asamblea General,
órgano que actualmente constituye las verdaderas Naciones Unidas,
pero cuyas resoluciones no son vinculantes. Las decisiones de la
Corte Internacional de Justicia, el órgano internacional de
justicia, apuntan solamente a los países pequeños y a las naciones
del tercer mundo. Los países poderosos eluden las decisiones de la
Corte. O, si las decisiones judiciales se adoptan en contra de estos
países poderosos, no se los obliga a cumplirlas.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) es un organismo
importante dentro de las Naciones Unidas. Sin embargo, los países
poderosos no le rinden cuentas o no se someten a su jurisdicción.
Hemos descubierto que el OIEA se usa únicamente contra nosotros. Se
nos ha dicho que es un organismo internacional pero, si ese es el
caso, entonces todos los países del mundo deberían estar bajo su
jurisdicción. Si no es verdaderamente internacional, entonces
inmediatamente después de este discurso ya no deberíamos aceptarlo y
deberíamos clausurarlo.
El Sr. Treki, en su calidad de Presidente de la Asamblea General,
debería hablar con el Director General del OIEA, Sr. ElBaradei, y
preguntarle si está dispuesto a verificar la acumulación de energía
nuclear en todos los países e inspeccionar todos los aumentos de los
que se sospeche. Si su respuesta es afirmativa, entonces aceptamos
la jurisdicción del Organismo. Pero si dice que no puede examinar a
algunos países que poseen energía nuclear y que no tiene
jurisdicción sobre ellos, entonces debemos clausurar el Organismo y
no someternos a su jurisdicción.
Para su información, llamé al Sr. ElBaradei cuando tuvimos el
problema de la bomba nuclear de Libia. Llamé al Sr. ElBaradei y le
pregunté si los acuerdos de las superpotencias destinados a reducir
los materiales nucleares estaban sujetos al control del Organismo y
si se los inspeccionaba, y si conocía todos los aumentos de sus
actividades nucleares. Me dijo que no estaba en condiciones de
solicitar a las superpotencias que se sometieran a una inspección.
Por consiguiente, me pregunto si el Organismo nos inspecciona
únicamente a nosotros. Si es así, no cumple los requisitos de un
organismo internacional, ya que es selectivo, como el Consejo de
Seguridad y la Corte Internacional de Justicia. Esto no es
equitativo ni tampoco lo son las Naciones Unidas. Rechazamos
totalmente esta situación.
Sr. Presidente: En lo que respecta a África, ya sea que se efectúe
la reforma en las Naciones Unidas o no, e incluso antes de que se
someta a votación cualquier propuesta de carácter histórico, debemos
otorgarle un puesto permanente en el Consejo de Seguridad ahora, ya
que se ha esperado demasiado tiempo.
Dejando de lado la reforma de las Naciones Unidas, podemos decir
que, sin lugar a dudas, África fue colonizada, aislada y perseguida
y se usurparon sus derechos. Su población fue esclavizada y tratada
como animales, y su territorio fue colonizado y sometido a un
régimen de administración fiduciaria. Los países de la Unión
Africana merecen un puesto permanente. Esta es una deuda del pasado
que tiene que pagarse y no tiene nada que ver con la reforma de las
Naciones Unidas. Es un asunto de carácter prioritario y es una
prioridad del programa de la Asamblea General. Nadie puede decir que
la Unión Africana no merece un puesto permanente.
¿Quién puede disentir con esta propuesta? Desafío a cualquiera a que
formule un argumento en contra de ella. ¿Dónde está la prueba de que
la Unión Africana o el continente africano no merecen un puesto
permanente? Nadie puede negar esto.
Otra cuestión que debería someterse a votación en la Asamblea
General es la de indemnizar a los países que fueron colonizados para
que no se colonice nunca más a un continente, no se usurpen sus
derechos ni se saqueen sus riquezas.
¿Por qué los africanos van a Europa? ¿Por qué van a Europa los
asiáticos? ¿Por qué los latinoamericanos van a Europa? Porque Europa
colonizó a esos pueblos y usurpó los recursos materiales y humanos
de África, Asia y América Latina, a saber, el petróleo, los
minerales, el uranio, el oro y los diamantes, las frutas, los
vegetales, el ganado y el pueblo, y los utilizaron. Ahora, las
nuevas generaciones de asiáticos, latinoamericanos y africanos están
tratando de recuperar esa riqueza robada, ya que les asiste ese
derecho.
En la frontera libia, recientemente detuve a 1.000 migrantes
africanos que se dirigían a Europa. Les pregunté por qué se iban
para Europa. Me respondieron que lo hacían para recuperar la riqueza
que les habían robado y que, de lo contrario, no irían a Europa.
¿Quién puede restituirnos la riqueza que nos quitaron? Si deciden
restituir toda esta riqueza, no habría más inmigración procedente de
Filipinas, América Latina, Mauricio y la India. Queremos tener la
riqueza que nos robaron. África merece 777 billones de dólares en
concepto de indemnización de los países colonizadores. Los africanos
exigirán esa cantidad, y si no se les da, irán a los lugares adonde
se llevaron esos billones de dólares. Tienen derecho a hacerlo.
Tienen que ir en busca de ese dinero y recuperarlo.
¿Por qué no hay inmigración de Libia a Italia, a pesar de la
cercanía de Libia? Italia debía una indemnización al pueblo libio.
Aceptó el hecho y firmó un acuerdo con Libia, que fue aprobado por
los Parlamentos de Italia y de Libia. Italia reconoció que haber
colonizado Libia fue un error en que nunca más incurriría, y
prometió que no atacaría al pueblo libio por tierra, mar o aire.
Italia también aceptó indemnizar a Libia 250 millones de dólares
anuales durante los próximos 20 años y construir un hospital para
los mutilados libios como resultado de las minas colocadas en
territorio libio durante la segunda guerra mundial. Italia ofreció
disculpas y prometió que nunca más volvería a ocupar el territorio
de otro país. Italia, que fue un reino durante el régimen fascista y
ha hecho valiosas contribuciones a la civilización, debe recibir
felicitaciones por este logro, junto con el Primer Ministro
Berlusconi y su predecesor, que hicieron sus propias contribuciones
en ese sentido.
¿Por qué el tercer mundo exige indemnización? Para que no haya más
colonización, para que los países grandes y más poderosos no
colonicen a otros, para que se sepa que tendrían que pagar
indemnización. La colonización debe castigarse. Los países que
perjudicaron a otros pueblos durante la era colonial deben pagar
indemnización por los daños y el sufrimiento que ocasionaron bajo el
dominio colonial.
Deseo formular otra observación. No obstante, antes de hacerlo y de
abordar una cuestión algo delicada, quisiera hacer una digresión. A
nosotros los africanos nos alegra y nos enorgullece el hecho de que
el actual Presidente de los Estados Unidos de América sea un hijo de
África. Es un acontecimiento histórico. Ahora bien, en un país donde
otrora los negros no podían mezclarse con los blancos en los cafés o
los restaurantes ni sentarse junto a ellos en un ómnibus, el pueblo
estadounidense ha elegido como su Presidente a un joven negro, el
Sr. Obama, de ascendencia keniana. Eso es algo maravilloso, de lo
cual nos sentimos orgullosos. Es el comienzo de un cambio. Sin
embargo, en lo que a mí respecta, Obama es un alivio temporal para
los próximos cuatro u ocho años. Me temo que después tengamos que
volver a empezar desde cero. Nadie puede asegurar cómo se gobernará
a los Estados Unidos después de Obama.
Estaríamos contentos si pudiera ser el Presidente de los Estados
Unidos para siempre. La declaración que acaba de formular demuestra
que es totalmente diferente de cualquier Presidente estadounidense
que hayamos visto. Los Presidentes estadounidenses solían
amenazarnos con todo tipo de armas, diciendo que nos enviarían las
operaciones Tormenta del Desierto, Uvas de la Ira y Rolling Thunder
así como rosas envenenadas para los niños libios. Ese era su
enfoque. Los Presidentes estadounidenses solían amenazarnos con
operaciones como Rolling Thunder, enviada a Viet Nam; Tormenta del
Desierto, enviada al Iraq; Mosquetero, enviada a Egipto en 1956, aun
cuando los Estados Unidos se opusieron; y las rosas envenenadas que
Reagan envió a los niños libios. ¿Pueden imaginarse? Cabría haber
pensado que los Presidentes de un país grande con un puesto
permanente en el Consejo de Seguridad y con derecho de veto nos
habrían protegido y nos habrían enviado la paz. ¿Qué recibimos en
cambio? Bombas dirigidas por láser transportadas en aeronaves F-1.
Este era su enfoque: nosotros dirigiremos el mundo les guste o no, y
castigaremos a todo el que se oponga a nosotros.
El discurso que pronunció nuestro hijo Obama hoy es completamente
diferente. Hizo un llamamiento serio a favor del desarme nuclear, lo
cual aplaudimos. Dijo también que los Estados Unidos por sí solos no
podrían resolver los problemas que enfrentamos y que el mundo entero
debería unirse con ese fin. Dijo que debemos hacer más de lo que
hacemos ahora, que es pronunciar discursos. Estamos de acuerdo y lo
celebramos. Dijo que habíamos venido a las Naciones Unidas a hablar
unos contra otros. Cierto es que cuando venimos aquí, deberíamos
comunicarnos mutuamente en pie de igualdad. Dijo, además, que la
democracia no debe imponerse desde afuera. Hasta hace poco, los
Presidentes estadounidenses decían que debería imponerse la
democracia al Iraq y a otros países. Dijo que eso era un asunto
interno. Habló con franqueza cuando dijo que la democracia no puede
imponerse desde afuera.
Así que tenemos que ser cautos. Antes de plantear esas observaciones
delicadas, señalo que el mundo está muy polarizado. ¿Acaso el mundo
debería estar tan polarizado? ¿Acaso las naciones no pueden estar en
condiciones de igualdad? Busquemos una respuesta. ¿Alguien puede
responder si es mejor que el mundo esté tan polarizado? ¿Por qué no
podemos estar en condiciones de igualdad? ¿Debemos tener patriarcas?
¿Debemos tener papas? ¿Debemos tener dioses?
¿Por qué tiene que estar el mundo tan polarizado? Rechazamos ese
tipo de mundo y pedimos un mundo en que los grandes y los pequeños
sean iguales.
La otra cuestión delicada es la Sede de las Naciones Unidas.
¿Podrían prestarme atención, por favor? Todos ustedes han cruzado el
Océano Atlántico, el Océano Pacífico, han cruzado el continente
asiático o el continente africano para llegar a este lugar. ¿Por
qué? ¿Acaso esto es Jerusalén? ¿Es el Vaticano? ¿Es La Meca? Todos
ustedes están cansados, sufren de cambio de horario, han pasado
noches en blanco. Están muy cansados, están agotados físicamente.
Hay quien acaba de llegar, tras 20 horas de vuelo. Ahora, queremos
que el representante formule una declaración y que hable sobre esto.
Todos ustedes están medio dormidos, todos están cansados. Es
evidente que a todos les falta energía porque han tenido que hacer
un largo viaje. ¿Por qué queremos eso? En algunos de nuestros países
es de noche y la gente está durmiendo. Ahora deberían estar
durmiendo, debido a su reloj biológico, su mente biológica está
acostumbrada a estar durmiendo a esta hora. Me despierto a las 4 de
la mañana hora de Nueva York, antes del amanecer, porque en Libia
son las 11 de la mañana. Cuando me despierto a las 11 en punto se
supone que es de día; a las 4 en punto ya estoy despierto.
¿Por qué? Piénsenlo. Si esto es algo que se decidió en 1945,
¿debemos mantenerlo? ¿Por qué no podemos pensar en un lugar que esté
a medio camino, que sea cómodo?
Otra cuestión importante es que América, el país anfitrión, corre
con los gastos y se cuida de la Sede y de las misiones diplomáticas
y además se ocupa de la paz y la seguridad de los Jefes de Estado
que vienen aquí. Son muy estrictos; se gastan mucho dinero aunque
Nueva York y toda América anden muy escasos de fondos.
Quiero evitar a América esta dificultad. Deberíamos dar las gracias
a América; a América le decimos, gracias por todas las molestias que
se ha tomado. Damos las gracias a América. Queremos ayudar a
tranquilizar a América y a Nueva York y a que no se alteren. No
deberían tener la responsabilidad de ocuparse de la seguridad. Puede
que algún día un terrorista cause una explosión o haga estallar una
bomba contra un Presidente. Este lugar es objetivo de Al-Qaida, este
mismo edificio. ¿Por qué no atentó contra el mismo el 11 de
septiembre? No estaba a su alcance. El próximo objetivo sería este
edificio. No lo digo porque sí. En las prisiones libias hay
detenidos decenas de prisioneros pertenecientes a Al-Qaida. Sus
confesiones son aterradoras. Eso hace que América viva con tensión.
Nunca se sabe qué puede ocurrir. Quizá América o este lugar vuelvan
a ser el objetivo de un cohete. Quizá mueran decenas de Jefes de
Estado. Queremos librar a América de esa preocupación. Tenemos que
llevar este lugar a donde no sea objetivo terrorista.
Ahora, 50 años después, las Naciones Unidas deben trasladarse a otra
parte del hemisferio. Tras pasar 50 años en el hemisferio
occidental, deberían pasar los próximos 50 años en el hemisferio
oriental, o en el central, por rotación. Ahora, 64 años después —ya
han pasado 14 años más— es cuando habría habido que trasladar la
Sede a algún otro lugar.
No estamos insultando a América; le estamos haciendo un favor.
Deberíamos dar las gracias a América. Eso era posible en 1945 pero
ya no deberíamos aceptarlo. Evidentemente, habría que someterlo a
votación en la Asamblea General —sólo en la Asamblea, porque la
sección 23 del Acuerdo relativo a la Sede dice que la Sede de las
Naciones Unidas únicamente puede trasladarse a otro lugar mediante
una resolución de la Asamblea General. Si el 51% de la Asamblea
aprueba el traslado de la Sede, entonces puede llevarse a cabo.
América tiene derecho a aplicar medidas de seguridad estrictas
porque es un objetivo de los terroristas y de Al-Qaida. América
tiene derecho a tomar todas las medidas de seguridad; no la culpamos
por eso. No obstante, no toleramos esas medidas. No tenemos por qué
venir a Nueva York y someternos a todas esas medidas. Un Presidente
me contó que le habían dicho que su copiloto no debía venir a
América porque hay restricciones. Me preguntó cómo podía cruzar el
Atlántico sin copiloto. ¿Por qué? No tiene por qué venir aquí. Otro
Presidente se quejó de que su guardia de honor no había podido venir
porque había habido algún tipo de malentendido con su nombre a la
hora de concederle el visado. Otro Presidente dijo que su propio
médico no había conseguido visado y no había podido venir a América.
Las medidas de seguridad son muy estrictas. Si un país tiene algún
problema con América se imponen restricciones a la libre circulación
de los miembros de su delegación, como si estuviéramos en
Guantánamo. ¿Se trata de un Estado Miembro de las Naciones Unidas o
de un prisionero en el campamento de Guantánamo al que no puede
permitirse la libre circulación?
Esto es lo que se presenta a la Asamblea General, para su votación:
el traslado de la Sede. Si el 51% está de acuerdo, podremos proceder
a la segunda votación: a la parte central del mundo o a la parte
oriental. Si decimos que debemos trasladar la Sede a la parte
central del hemisferio, ¿por qué no la trasladamos a Sirte o a
Viena? Se puede ir sin visado. Cuando se llega como Presidente,
Libia es un país seguro. No vamos a limitarlos a 100 ó 500 metros.
Libia no tiene en vigor medidas hostiles contra nadie. Creo que ese
también es el caso de Viena.
Si el resultado de la votación es que debemos trasladar la Sede a la
parte oriental, entonces que sea Delhi o Beijing, la capital de
China o la de la India.
Es lógico, hermanos. No creo que haya objeción alguna. Entonces,
ustedes me agradecerán la propuesta porque se habrá acabado con el
sufrimiento y con los problemas que conlleva volar 14, 15 ó 20 horas
para venir aquí. Nadie puede culpar a América ni decir que ésta
reducirá sus contribuciones a las Naciones Unidas. Nadie debería
plantearse semejante cosa. América, estoy seguro, está comprometida
con sus obligaciones internacionales. América no se enojará; nos
agradecerá que aliviemos sus dificultades, que las asumamos, y que
suframos todas las demás restricciones, a pesar de que también somos
objeto de terrorismo.
Nos referiremos ahora a las cuestiones que serán examinadas en la
Asamblea General. Estamos a punto de enjuiciar a las Naciones
Unidas; la antigua Organización llegará a su fin y surgirá una
nueva. Esta no es una reunión ordinaria. El propio Sr. Obama dijo
que ésta no es una reunión ordinaria. Esta es una reunión histórica.
Me pregunto por qué ocurrieron las guerras que se libraron después
de la creación de las Naciones Unidas. ¿Dónde estaba el Consejo de
Seguridad? ¿Dónde estaba la Carta? ¿Dónde estaban las Naciones
Unidas? Deben hacerse investigaciones e intervenciones judiciales.
¿Por qué se han perpetrado masacres? Podemos empezar con la guerra
de Corea, que tuvo lugar después que la creación de las Naciones
Unidas. ¿Cómo estalló una guerra que causó millones de víctimas? Se
podrían haber usado armas nucleares en esa guerra. Los responsables
de librar esa guerra deben ser juzgados y deben pagar
indemnizaciones por los daños.
Luego podemos considerar la guerra del Canal de Suez, en 1956.
Debemos examinar detenidamente ese expediente. Tres miembros
permanentes del Consejo de Seguridad con derecho de veto atacaron a
un Estado miembro de esta Asamblea General. Un país que es un Estado
soberano —Egipto— fue atacado y su ejército fue destruido, miles de
egipcios fueron asesinados y muchas ciudades y pueblos egipcios
fueron destruidos, todo porque Egipto quería nacionalizar el Canal
de Suez. ¿Cómo puede haber pasado algo así en la era de las Naciones
Unidas y de su Carta? ¿Cómo es posible asegurar que algo así no
volverá a pasar a menos que se pidan disculpas por los errores del
pasado? Esos fueron acontecimientos peligrosos y se deben reabrir
los expedientes del Canal de Suez y de la guerra de Corea.
Luego debemos considerar la guerra de Viet Nam. Esa guerra tuvo 3
millones de víctimas. En 12 días se lanzaron más bombas que durante
cuatro años de la Segunda Guerra Mundial. Fue una guerra terrible, y
tuvo lugar después de la creación de las Naciones Unidas y después
de que decidimos que no debía haber más guerras.
El futuro de la humanidad está en juego. No debemos permanecer en
silencio. ¿Cómo podemos sentirnos seguros? ¿Cómo podemos ser
complacientes? Se trata del futuro del mundo, y nosotros los
miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas debemos
asegurarnos de que esas guerras no se repetirán en el futuro.
Luego se atacó a Panamá, a pesar de que era un Estado independiente
miembro de la Asamblea General. Fueron asesinadas 4.000 personas, y
el Presidente de ese país fue hecho prisionero y encarcelado.
Noriega debe ser puesto en libertad, debemos reabrir ese expediente.
¿Cómo podemos permitir que un país que es Estado Miembro de las
Naciones Unidas libre una guerra contra otro país y capture a su
Presidente, lo trate como delincuente y lo encarcele? ¿Quién podría
aceptarlo? Ese hecho podría repetirse. No podemos permanecer en
silencio. Se debe llevar a cabo una investigación. Cualquiera de
nosotros, los Estados Miembros, podemos enfrentar esa misma
situación, en especial si esa agresión proviene de un Estado Miembro
que es miembro permanente del Consejo de Seguridad y tiene la
responsabilidad de mantener la paz y la seguridad en todo el mundo.
Poco después estalló una guerra en Granada. Ese país fue invadido a
pesar de ser un Estado Miembro. Fue atacado por 5.000 buques de
guerra, 7.000 efectivos y docenas de aeronaves militares, y es el
país más pequeño del mundo. Esto ocurrió después de la creación de
las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad y de su veto. Y el
Presidente de Granada, el Sr. Maurice Bishop, fue asesinado. ¿Cómo
puede haber sucedido de manera impune? Es una tragedia. ¿Cómo
podemos garantizar que las Naciones Unidas son buenas o no, o que
determinado país es bueno o no? ¿Podemos estar seguros y ser felices
respecto de nuestro futuro, o no? ¿Podemos confiar en el Consejo de
Seguridad, o no? ¿Podemos confiar en las Naciones Unidas, o no?
Debemos examinar e investigar el bombardeo de Somalia. Somalia es un
Estado Miembro de las Naciones Unidas. Es un país independiente
gobernado por Aidid. Queremos una investigación. ¿Cómo sucedió?
¿Quién permitió que sucediera? ¿Quién dio el visto bueno para que se
atacara a ese país?
Luego, el caso de la ex Yugoslavia. Ningún país fue tan pacífico
como Yugoslavia, construida paso a paso y pieza por pieza luego de
que Hitler la destruyera. La destruimos, como si estuviéramos
haciendo lo mismo que Hitler. Tito construyó ese país pacífico paso
a paso y ladrillo por ladrillo y luego llegamos y lo destrozamos por
intereses personales imperialistas. ¿Cómo podemos mostrarnos
complacientes al respecto? ¿Por qué no podemos estar satisfechos? Si
un país pacífico como Yugoslavia hizo frente a una tragedia
semejante, la Asamblea General debe llevar a cabo una investigación
y decidir quién debe ser juzgado ante la Corte Penal Internacional.
Luego tenemos la guerra en el Iraq, el país origen de todos los
males. Las Naciones Unidas también deben investigar ese hecho. La
Asamblea General, presidida por el Sr. Treki, debe investigar. La
invasión del Iraq fue una violación a la Carta de las Naciones
Unidas. La hicieron, sin ninguna justificación, las superpotencias
que tienen puestos permanentes en el Consejo de Seguridad. El Iraq
es un país independiente y Estado miembro de la Asamblea General.
¿Cómo pueden esos países atacar al Iraq? Con arreglo a lo que se
prevé en la Carta, la Naciones Unidas deberían haber intervenido
para detener el ataque.
Hablamos ante la Asamblea General y la instamos a hacer uso de la
Carta para detener ese ataque. Estábamos en contra de la invasión de
Kuwait, y los países árabes lucharon junto con países extranjeros en
nombre de la Carta de las Naciones Unidas.
La primera vez se respetó la Carta de las Naciones Unidas. La
segunda vez, cuando queríamos que se usara la Carta para detener la
guerra contra el Iraq, nadie la usó y el documento fue ignorado.
¿Cómo pudo ocurrir eso? El Sr. Treki y la Asamblea General deben
investigar para decidir si hubo alguna razón para invadir el Iraq.
Porque las razones para atacar siguen siendo misteriosas y ambiguas,
y podemos sufrir el mismo destino.
¿Por qué se invadió el Iraq? La invasión fue una grave violación de
la Carta de las Naciones Unidas, y fue incorrecta. También se
perpetró una masacre total o genocidio. Más de 1,5 millones de
iraquíes fueron asesinados. Queremos presentar el caso del Iraq ante
la Corte Penal Internacional, y queremos que se enjuicie a los que
cometieron asesinatos en masa contra el pueblo iraquí.
Es sencillo juzgar a Charles Taylor, o juzgar a Bashir, o juzgar a
Noriega. Esta es una tarea fácil. Sí, pero ¿qué sucede con los que
cometieron asesinatos en masa contra los iraquíes? ¿No pueden ser
juzgados? ¿No pueden ser llevados ante la Corte Penal Internacional?
Si la Corte es incapaz de responder a nuestras necesidades, entonces
no podemos aceptarla. O bien nos sirve a todos, grandes o pequeños,
o no podemos aceptarla y debemos rechazarla.
Todo el que comete un crimen de guerra debe ser juzgado, pero
nosotros no somos ganado ni animales como los que se sacrifican para
el Eid. Tenemos derecho a vivir y estamos dispuestos a luchar y a
defendernos. Tenemos derecho a vivir con dignidad, bajo el mismo sol
y sobre la tierra; ya nos han probado y hemos superado la prueba.
También hay otras cuestiones. ¿Por qué los prisioneros iraquíes
pueden ser condenados a muerte? Cuando el Iraq fue invadido y el
Presidente de Iraq fue capturado, su condición era la de un
prisionero de guerra. No se le debería haber enjuiciado; no se le
debería haber ahorcado. Cuando terminó la guerra debería haber sido
puesto en libertad. Queremos saber por qué tendría que haberse
sometido a juicio un prisionero de guerra. ¿Quién sentenció a muerte
al Presidente del Iraq? ¿Hay alguna respuesta a esa pregunta?
Conocemos la identidad del magistrado que lo enjuició. En cuanto a
quién ató la soga en torno al cuello del Presidente el día de su
sacrificio y quién lo ahorcó, esas personas estaban encapuchadas.
¿Cómo podría haber sucedido esto en un mundo civilizado? Estos eran
prisioneros de guerra de países civilizados bajo el derecho
internacional. ¿Cómo podría sentenciarse a ministros de gobierno y a
un jefe de Estado a morir en la horca? ¿Acaso quienes los
enjuiciaron eran abogados o miembros del sistema judicial?
¿Saben ustedes lo que dice la gente? Dicen que los rostros detrás de
las capuchas eran los del Presidente de los Estados Unidos y el
Primer Ministro del Reino Unido, y que fueron ellos quienes dieron
muerte al Presidente del Iraq.
¿Por qué los verdugos no se descubrieron la cara? ¿Por qué no
sabemos qué rango tenían? ¿Por qué no sabemos si eran oficiales, o
jueces, o soldados, o médicos? ¿Cómo puede suceder que el Presidente
de un Estado Miembro de las Naciones Unidas sea sentenciado a muerte
y que se le dé muerte? No conocemos la identidad de los verdugos.
Las Naciones Unidas tienen la obligación de responder a estas
preguntas: ¿quién ejecutó la sentencia de muerte? Deben tener una
condición oficial y responsabilidades oficiales; deberíamos saber su
identidad, saber si estuvo presente un médico y conocer la índole de
todos los procedimientos legales. Eso se aplicaría en el caso de un
ciudadano corriente, y tanto más al Presidente de un Estado Miembro
de las Naciones Unidas a quien se dio muerte de esa manera.
Mi tercera observación sobre la guerra del Iraq tiene que ver con
Abu Ghraib. Esa ha sido una vergüenza para la humanidad. Sé que las
autoridades de los Estados Unidos investigarán ese escándalo, pero
las Naciones Unidas tampoco deben pasarlo por alto. La Asamblea
General debería investigar este asunto. Los prisioneros de guerra
recluidos en la cárcel de Abu Ghraib fueron torturados; los lanzaron
a los perros; los hombres fueron violados. Eso no tiene precedente
en la historia de la guerra. Fue sodomía, y fue un pecado insólito,
nunca antes cometido por agresores o invasores. Los prisioneros de
guerra son soldados, pero éstos fueron violados en la cárcel de un
Estado que es miembro permanente del Consejo de Seguridad. Es algo
contrario a la civilización y la humanidad. No debemos guardar
silencio; debemos enterarnos de los hechos. Incluso hoy, un cuarto
de millón de los prisioneros iraquíes, tanto hombres como mujeres,
permanece en Abu Ghraib. Son maltratados, perseguidos y violados.
Tiene que haber una investigación.
Con respecto a la guerra en el Afganistán, también esto debe ser
investigado. ¿Por qué nos oponemos a los talibanes? ¿Por qué estamos
en contra del Afganistán? ¿Quiénes son los talibanes? Si los
talibanes quieren un Estado religioso eso está bien. Piensen en el
Vaticano. ¿Representa el Vaticano una amenaza para nosotros? No. Es
un Estado religioso sumamente pacífico. Si los talibanes quieren
crear un emirato islámico, ¿quién dice que eso los convierte en un
enemigo? ¿Está diciendo alguien que Bin Laden es un talibán o que es
afgano? ¿Es Bin Laden uno de los talibanes? No, no es uno de los
talibanes ni es afgano. ¿Acaso los terroristas que atacaron la
ciudad de Nueva York eran del Afganistán? No eran ni talibanes ni
afganos. Entonces, ¿cuál es la razón de las guerras en el Iraq y en
el Afganistán?
Si yo realmente deseara engañar a mis amigos estadounidenses y
británicos, los alentaría a enviar más efectivos y los animaría a
persistir en este baño de sangre. Sin embargo, ellos nunca vencerán
en el Iraq o el Afganistán. Miren lo que les sucedió en el Iraq, que
es un desierto. Es incluso peor en el montañoso Afganistán. Si
quisiera engañarlos les diría que continuaran las guerras en el Iraq
y el Afganistán. Pero no, yo quiero salvar a los ciudadanos de los
Estados Unidos, del Reino Unido y de otros países que están luchando
en el Iraq y el Afganistán. De modo que les digo: dejen el
Afganistán a los afganos; dejen el Iraq a los iraquíes. Si ellos
quieren luchar entre sí son libres de hacerlo.
Los Estados Unidos libraron una guerra civil y nadie interfirió en
ella. Hubo guerras civiles en España, en China y en países de todo
el mundo, no hay ningún lugar en la Tierra donde no haya habido
guerras civiles. Dejen que haya una guerra civil en el Iraq. Si los
iraquíes quieren una guerra civil y luchar unos contra otros, está
bien. ¿Quién dice que si los talibanes forman un gobierno obtendrían
misiles intercontinentales o el tipo de aviones con los que se atacó
a Nueva York? No, éstos despegaron de aeropuertos estadounidenses.
Entonces ¿por qué se ataca al Afganistán? Los terroristas no eran ni
afganos, ni talibanes ni iraquíes.
¿Por qué guardamos silencio? Nunca debemos ser demonios de la
guerra: todo aquél que no diga la verdad es un demonio silencioso.
Estamos comprometidos con la paz y la seguridad internacionales. No
queremos despreciar ni ridiculizar la humanidad. Queremos salvar a
la humanidad.
Como Presidente de la Asamblea General, el Sr. Ali Treki debería
abrir una investigación de los expedientes sobre asesinatos, además
de los expedientes de guerra. ¿Quién mató a Patrice Lumumba y por
qué? Simplemente queremos que esto conste en los anales de la
historia africana; queremos saber cómo un dirigente africano, un
libertador, resultó asesinado. ¿Quién lo asesinó? Queremos que
nuestros hijos puedan leer la historia de cómo fue asesinado Patrice
Lumumba, el héroe de la liberación del Congo. Queremos saber los
hechos, incluso después de haber pasado 50 años. Ese es un
expediente que debería reabrirse.
¿Y quién mató al Secretario General Hammarskjöld? ¿Quién le disparó
a su avión en 1961 y por qué?
Luego está el asesinato del Presidente Kennedy de los Estados Unidos
en 1963. Queremos saber quién lo asesinó y por qué. Había alguien
llamado Lee Harvey Oswald, a quien después dio muerte un tal Jack
Ruby. ¿Por qué lo mató? Jack Ruby, un israelí, mató a Lee Harvey
Oswald, que mató a Kennedy. ¿Por qué mató este israelí al asesino de
Kennedy? Entonces Jack Ruby, el asesino del asesino de Kennedy,
falleció en circunstancias misteriosas antes de que se le siguiera
un juicio. Debemos abrir los expedientes. El mundo entero sabe que
Kennedy quería investigar el reactor nuclear israelí de Dimona. Esto
tiene que ver con la paz y la seguridad internacionales y las armas
de destrucción en masa. Es por eso que deberíamos abrir ese
expediente.
Por otra parte, tenemos el caso del asesinato de Martin Luther King,
el pastor negro y activista defensor de los derechos humanos. Su
asesinato fue una conspiración y debemos saber por qué fue asesinado
y quién lo asesinó.
También están los casos de Khalil Wazir o Abu Jihad, un palestino
que fue víctima de un ataque. Vivía pacíficamente en Túnez, un
Estado Miembro, y no se respetó la soberanía de ese país. No podemos
permanecer en silencio. Incluso, cuando se detectó la presencia de
submarinos y buques a lo largo de las costas de Túnez, donde lo
asesinaron, pero nadie fue acusado o enjuiciado. También asesinaron
a Abu Iyad y debemos saber quién lo asesinó. Fue ultimado en
circunstancias extrañas. En la Operación Primavera de Juventud
fueron asesinados en el Líbano, un país que es un Estado Miembro de
la Asamblea General, soberano y libre, Kamal Nasser, un poeta; Kamal
Adwan; y Abu Youssef al-Najjar, tres palestinos, fueron atacados y
asesinados mientras dormían pacíficamente. Debemos saber quiénes los
asesinaron, y los responsables deben ser llevados ante la justicia,
para que no se repitan esos horrendos crímenes de lesa humanidad.
Ya nos hemos referido a la magnitud de la fuerza que se empleó para
invadir Granada —7.000 efectivos, 15 buques de guerra y decenas de
bombarderos— y el Presidente Bishop fue asesinado, aun cuando
Granada era un Estado Miembro de las Naciones Unidas. Esos son
crímenes y no podemos permanecer en silencio. Hacerlo nos haría
parecer como chivos expiatorios. No somos animales. Todos los años
somos atacados. Defendemos nuestra vida y la vida de los nuestros y
no tenemos miedo. Tenemos derecho a vivir, y el destino de la Tierra
no es la violencia, sino todos nosotros. Nunca podremos vivir en
esta Tierra soportando tal humillación. Por eso es que hay guerras.
El último caso pendiente es el de las masacres. En la masacre de
Sabra y Shatila 3.000 personas fueron asesinadas. Esa zona, bajo la
protección del ejército de ocupación israelí, fue escenario de una
tremenda y horrible matanza en la que 3.000 hombres, mujeres y niños
palestinos fueron asesinados. ¿Cómo podemos permanecer impasibles?
El Líbano es un Estado soberano, un miembro de la Asamblea General
que fue ocupado, Sabra y Shatila estaban bajo control israelí y se
produce la matanza.
Está el caso de la masacre en Gaza en 2008. Entre las víctimas de
esa masacre habían 1.000 mujeres y 2.200 niños. Sesenta
instalaciones de las Naciones Unidas y otras 30 instalaciones
pertenecientes a organizaciones no gubernamentales resultaron
dañadas. Cincuenta clínicas fueron destruidas. Cuarenta médicos y
enfermeras murieron en el cumplimiento de sus actividades
humanitarias. Eso ocurrió en Gaza en diciembre de 2008.
Los responsables aún viven y deben ser juzgados por la Corte Penal
Internacional. ¿Acaso debemos juzgar solamente a los que no son
suficientemente poderosos, a los pobres de los países del tercer
mundo, y no a figuras importantes que gozan de protección? En virtud
del derecho internacional todos deberían responder ante los
tribunales por los crímenes que han cometido. De lo contrario, el
papel de la Corte Penal Internacional nunca será reconocido. Si las
decisiones de la Corte Penal Internacional no son respetadas o
aplicadas, si la Asamblea General y el Consejo de Seguridad no
significan nada, y si el Organismo Internacional de Energía Atómica
sólo sirve a los intereses de ciertos países y organizaciones,
entonces me pregunto qué son las Naciones Unidas. Ello significa que
las Naciones Unidas no valen nada y no tienen ninguna relevancia.
¿Dónde están? No existen tales Naciones Unidas.
Por otra parte, si bien la piratería puede ser un fenómeno en alta
mar, una forma de terrorismo
—hablamos de la piratería en Somalia— los somalíes no son piratas.
Nosotros somos los piratas. Nosotros fuimos allí y usurpamos sus
zonas económicas, sus recursos pesqueros y sus riquezas. Libia, la
India, el Japón y los Estados Unidos —cualquier país en el mundo—
todos nosotros somos piratas. Todos ingresamos a las aguas
territoriales y a las zonas económicas de Somalia para robar. Los
somalíes están protegiendo sus recursos pesqueros, sus medios de
vida. Se han convertido en piratas para defender el alimento de sus
hijos. Estamos tratando de resolver este problema de la manera
equivocada. ¿Debemos acaso enviar buques de guerra a Somalia? Lo que
debemos hacer es enviar buques de guerra a los piratas que han
atacado y se han apoderado de las zonas económicas y las riquezas
que pertenecen a los somalíes y de las que depende el sustento de
sus hijos.
Me reuní con los piratas y les dije que yo negociaría un acuerdo
entre ellos y la comunidad internacional que respete las 200 millas
de la zona económica exclusiva, estipuladas en el derecho del mar,
una disposición que protege todos los recursos marinos que
pertenecen al pueblo de Somalia y que evita que cualquier país se
deshagan de desechos tóxicos en las costas de Somalia. A cambio, los
somalíes no atacarían más buques. Propondremos y redactaremos un
proyecto de tratado internacional que presentaremos a la Asamblea
General. Esa es la solución. La solución no es enviar más buques
militares a combatir a los somalíes. Esa no es la solución.
Estamos abordando los fenómenos de la piratería y el terrorismo de
una forma errónea. Hoy hay gripe porcina. Quizá mañana haya gripe de
los peces, pues a veces producimos virus de manera intencional. Es
un negocio comercial. Las empresas capitalistas producen virus para
generar y vender vacunas. Esto es muy vergonzoso y muy poco ético.
Las vacunas y las medicinas no deben venderse. En el Gran Libro
Verde, sostengo que las vacunas y las medicinas no deben ser objeto
de comercialización. Las medicinas deben ser gratis y deben
distribuirse gratuitamente a los niños, pero las compañías
capitalistas producen virus y vacunas en su deseo de obtener
ganancias. ¿Por qué no son gratuitas las vacunas? Deberíamos
distribuirlas gratuitamente en lugar de venderlas. Todos debemos
esforzarnos por proteger a nuestros pueblos, para crear vacunas y
distribuirlas gratuitamente a los niños y a las mujeres, no para
obtener ganancias de ellas. Todos esos temas figuran en el programa
de la Asamblea General, la que sólo tiene que cumplir con ese deber.
La Convención de Ottawa sobre minas antipersonal prohíbe la
producción de esas minas. Tal cosa es un error. Las minas son armas
defensivas. Si las coloco a lo largo de la frontera de mi país y
alguien desea invadirme, las minas pueden matarlo. Todo eso está muy
bien, pues ellos me están invadiendo. La Convención debería ser
reconsiderada. No estoy llevando esa arma a otro país. El enemigo
viene al mío. En el sitio de la Internet de El-Gadafi, pido que se
modifique o anule ese tratado. Este tratado debería modificarse o
revocarse. Quiero utilizar las minas terrestres para defender a mi
patria contra las invasiones. Eliminen las armas de destrucción en
masa, y no las minas terrestres, que son armas defensivas.
En lo que respecta a la situación en Palestina, la solución de crear
dos Estados es imposible; no es práctica. Actualmente hay una
superposición completa de esos dos Estados. La partición está
condenada al fracaso. Esos dos Estados no son vecinos, sino que son
coextensivos tanto en términos de población como de geografía. No se
puede crear una zona de amortiguación entre los dos Estados porque
hay medio millón de colonos israelíes en la Ribera Occidental y un
millón de palestinos árabes en el territorio conocido como Israel.
Por consiguiente, la solución radica en un Estado democrático sin
fanatismo por razones religiosas o étnicas. La generación de Sharon
y Arafat se ha acabado. Necesitamos una nueva generación en la que
todos puedan vivir en paz. Observen a los jóvenes palestinos e
israelíes: ambos desean la paz y la democracia y quieren vivir bajo
un solo Estado. Ese conflicto está emponzoñando al mundo.
En realidad la solución se encuentra en el Libro Blanco que tengo
aquí. La solución está en Isratina. Los árabes no albergan ninguna
hostilidad ni animadversión hacia Israel. Somos primos y
pertenecemos a la misma raza. Queremos vivir en paz. Los refugiados
deberían regresar.
Son ustedes quienes provocaron el holocausto entre los judíos.
Ustedes, y no nosotros, fueron quienes los incineraron. Nosotros les
dimos refugio. Les dimos amparo durante la época romana, durante el
reino árabe de Andalucía y durante el gobierno de Hitler. Son
ustedes quienes los envenenaron; son ustedes quienes los
aniquilaron. Nosotros les concedimos protección. Ustedes los
expulsaron. Reconozcamos la verdad. Nosotros no somos hostiles; no
somos enemigos de los judíos. Y algún día los judíos necesitarán a
los árabes. Llegado el momento, los árabes serán quienes les den
protección, para salvarlos, como hicimos en el pasado. Miren lo que
todos los demás le han hecho a los judíos. Hitler es un ejemplo. Son
ustedes quienes odian a los judíos, no nosotros.
Para resumir, Cachemira debe ser un Estado independiente, y no indio
ni pakistaní. Debemos poner fin a ese conflicto. Cachemira debería
ser un Estado que sirva de amortiguación entre la India y el
Pakistán.
En cuanto a Darfur, espero verdaderamente que la asistencia que le
suministran las organizaciones internacionales pueda utilizarse para
proyectos de desarrollo, para la agricultura, la industria y la
irrigación. Ustedes son quienes la convirtieron en una crisis;
ustedes la colocaron en el altar; ustedes querían sacrificar a
Darfur para poder injerirse en sus asuntos internos.
Ustedes han convertido el problema de Hariri en un problema de las
Naciones Unidas. Están comerciando con el cadáver de Hariri.
Simplemente quieren ajustar cuentas con Siria. El Líbano es un
Estado independiente con leyes, tribunales, sistema judicial y
policía. A estas alturas ya no se busca a los perpetradores; lo que
se desea es resolver un asunto con Siria, y no hacerle justicia a
Hariri. Los casos de Khalil al-Wazir, Lumumba, Kennedy y
Hammarskjöld también deberían remitirse a las Naciones Unidas si el
caso Hariri merece tanta atención.
La Asamblea General está ahora bajo la presidencia de Libia. Ese es
nuestro derecho. Libia espera que ustedes ayuden a realizar la
transición de un mundo plagado de crisis y tensiones a un mundo en
el que prevalezcan la humanidad, la paz y la tolerancia. Yo
personalmente haré un seguimiento a esta cuestión con la Asamblea
General, el Presidente Treki y el Secretario General. No
acostumbramos claudicar cuando se trata del destino de la humanidad,
así como de las luchas del tercer mundo y de las 100 naciones
pequeñas, que deberían vivir siempre en paz.
Muammar al-Gaddafi
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