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Algunas claves para entender lo que sucede en Medio Oriente.

 
 

por Jorge Dulitzky, Julio 27, 2006

 
 

                                                                        
Dos mil años de judeofobia

 

El mundo no logra curarse de una judeofobia que ya ha costado millones de vidas al pueblo judío desde comienzos de la era cristiana, cuando los romanos destruyeron Jerusalén, eliminaron a casi dos millones de judíos y dispersaron al resto, dejando a muy pocos viviendo en Judea, territorio que luego de la masacre del año 135 contra la gente de Bar Kochba, rebautizaron como Palestina, en abierta burla a los judíos, evocando el nombre de los filisteos, (philistines, palestines), antiguos enemigos de los judíos de la época del rey David, y ya desaparecidos para entonces.

 

Vale una aclaración, para despejar la confusión de pensar que los palestinos actuales tuvieron alguna relación con aquellos filisteos, quienes tampoco habían sido naturales de Oriente Medio. Eran de origen griego, posiblemente pelasgos que habían huído de la invasión aquea en Grecia, y luego de intentar radicarse en Egipto fueron expulsados por Ramsés III alrededor del año 1100 antes de Cristo, y se radicaron en Gaza. A comienzos de la era cristiana ya no quedaban filisteos, pues habían sido asimilados por otros pueblos y perdieron su identidad, como sucedió con los hititas, los asirios, sumerios y otros grupos humanos.

 

El territorio de Judea, rebautizado Palestina por los romanos, quedó casi despoblado hasta la Edad Media, cuando los árabes comenzaron a ocupar la zona y los primeros musulmanes intentaron difundir su nueva religión. Pero fueron los turcos los que dominaron la región hasta comienzos del siglo XIX. Entonces, Napoleón invadió Egipto para intentar cortar las rutas de acceso a Oriente de los ingleses, pero fracasó, y fue vencido por los ingleses, aunque intentó conquistar la antigua Judea. Llegó a Acco, en la frontera con el actual Líbano, donde fue rechazado por los ingleses aliados por los turcos.

 

Se calcula que entre cincuenta y cien mil judíos seguían viviendo en la zona desde los primeros siglos de nuestra era. En el siglo XIX ante el recrudecimiento del antisemitismo, los judíos europeos comenzaron movimientos políticos para lograr el retorno a su tierra. Hubo emigraciones que incrementaron la población del futuro Israel hasta llegar a medio millón de habitantes al finalizar la segunda guerra mundial.

 

A comienzos del siglo XX, los ingleses, señores de la zona, dominaban Egipto y resolvieron desalojar a los turcos del territorio que ellos volvieron a llamar Palestina. Los judíos residentes en Palestina recibieron con júbilo al general Allenby, pues los liberaba de la opresión turca.

 

Vencido el mandato británico en 1947, las Naciones Unidas, para dejar atrás los horrores del Holocausto, aprobaron la partición del territorio británico de Palestina, otorgando a los judíos las tierras al oeste del Jordán y a los árabes las del este, donde se creó el reino de Jordania. Eso sucedió en Noviembre de 1947 y el Estado de Israel se creó en Mayo de 1948. Los judíos lucharon también contra los ingleses, que se demoraban en la devolución del territorio.

 

Los árabes no aceptaron la resolución de las Naciones Unidas e iniciaron una guerra, que al firmarse un armisitico en 1949 dejó en manos árabes el bolsón llamado Ribera Occidental y la franja de Gaza.

 

Durante la guerra de los Seis Días en 1967, Israel recuperó esos territorios. Muchos de los ocupantes árabes se transformaron en ciudadanos israelíes. De los casi nueve millones de habitantes actuales, un millón y medio son ciudadanos árabes con representación en el parlamento israelí.

 

Luego del triunfo israelí, muchos árabes de la zona reconquistada se fueron a Jordania, a la espera de un triunfo árabe que nunca llegó. Se instalaron allí hasta que sus desórdenes irritaron al gobierno jordano que les había dado asilo y se produjo la sangrienta represión conocida como Septiembre Negro, en 1970. La mayor parte de esos refugiados revoltosos se instalaron en el sur de Líbano y a partir de entonces comenzaron a llamarse palestinos, siguiendo la consigna de su líder Yasser Arafat, que fundó la Organización para la Liberación de Palestina.

 

Las actividades terroristas de la OLP obligaron a los israelíes a ingresar en Líbano para reprimir los ataques. Los palestinos se dispersaron y Arafat se estableció en Tunez, para regresar a Israel en la década de 1980 a la zona que teóricamente ocupaban antes de 1967.

 

Luego de muchos años de negociaciones frustradas y promesas incumplidas por la gente de Arafat, los israelíes se retiraron unilateralmente de Gaza en 2005, poniendo a los palestinos en la obligación de gobernarse, cuidar la seguridad interna y mantener controlados a los terroristas. Inesperadamente, Hamás ganó las elecciones parlamentarias, en base al descréditro del gobierno palestino, acusado de corrupción. Por su parte, Hamás estableció hospitales y dió ayuda alimentaria a los más necesitados, lo que produjo un vuelco del electorado a su favor.

 

Pero su consigna siguió siendo la eliminación del Estado de Israel, por lo que continuaron con la actividad terrorista. Ante el secuestro del soldado Shalit y los continuos ataques con cohetes, el gobierno israelí resolvió incursionar en Gaza para eliminar los nidos y plataforma de lanzamiento de cohetes. El apresamiento de algunos ministros de Hamás fue hecho con la intención de canjearlos por Shalit cuando llegue el momento.

 

En ese momento, y aprovechando la ocasión, la gente de Hezbolla hizo lo mismo en la frontera libanesa, obligando a Israel a lanzar una ofensiva en gran escala, preparada de antemano para responder a cualquier nueva agresión desde esa frontera.

 

Guerra en Líbano

 

La confrontación actual no es entre Israel y Líbano, sino una guerra entre Israel y Hezbolla en Líbano, territorio que eligió Hezbolla para librar su batalla de exterminio contra Israel.

 

Hezbolla es una organización terrorista creada a instancias del Ayatolah Jomeini con la idea chiita de producir la revolución islámica y exportarla a todos los paises posibles. Se creó cuando fue expulsado Arafat del Líbano en 1980. Entre sus hazañas iniciales figura la voladura de una barraca de marines de Estados Unidos en Líbano, que causó 241 muertos norteamericanos y 67 franceses.

 

En Líbano, el actual primer ministro Seniora tampoco puede frenar a Hezbollah, que ahora forma parte del gobierno pero actúa por su cuenta sin conocimiento o autorización. El triunfo electoral de Hezbolla es equivalente al de Hamás. Gracias a la provisión de fondos desde Irán y Siria, han conseguido proporcionar ayuda a la gente de menores recursos, posibilidad fuera del alcance del empobrecido gobierno libanés, que a duras penas se iba recuperando de una prolongada guerra civil.

 

Las milicias de Hezbolla, dirigidas por su astuto jefe Nasrala, está compuesta por unos cuatro mil milicianos fuertemente armados, que reciben la colaboración de setecientos miembros de la Guardia Revolucionaria Iraní. Existe información que afirma que Hezbolla pagó el equivalente de 100 dólares a cada familia que le permitió instalar plataformas de lanzamiento de cohetes en los sótanos de sus casas, para no ser detectadas por los israelíes. Por supuesto, en caso de ser bombardeadas, es imposible evitar las víctimas civiles. Además, Hezbolla ocupa varios barrios en Beirut con oficinas de comando y se considera que su principal centro de acción está en Tiro, convertida en la capital del terrorismo en Líbano.

 

El secuestro de los soldados por Hezbolla debe diferenciarse del que hizo Hamas en Gaza.
La acción de Hezbolla estuvo cronometrada en el momento preciso en que Israel estaba siendo cuestionado por su incursión en Gaza para el rescate del soldado Shalit. Hezbolla estaba más que preparado, con bunkers casi inexpugnables construidos a más de 12 metros bajo tierra, con conductos de comunicación que pueden ser usados por camiones bajo tierra. Muestran una preparación que no hace pensar en un ataque casual. Esos refugios están construídos debajo de las viviendas civiles, lo que supone que su eliminación pone en riesgo vidas que deberían salvarse. En general, los israelíes avisan con tiempo sus bombardeos, pero la población civil ráramente se va, a veces por no querer, no poder, o porque no se lo permiten.

 

Hezbolla sabía que el secuestro de los soldados desencadenaría el conflicto actual. Lo hicieron para que comience esta guerra. Para Israel fue un desafío que se vió obligado a responder, sabiendo que las consecuencias serían, en parte, las que vemos todos los días en los noticiarios. Es la primera vez que los ataques terroristas afectan a grandes ciudades israelíes, como es el caso de Haifa, de la cual ya se fueron cientos de miles de personas. Por su parte, el ejército israelí estaba preparado para este desafío y esperaban el momento para comenzar la campaña con el objetivo de eliminar el poder de fuego de Hezbolla. No imaginaban que los terroristas contaban con tanto armamento de ese grado de avance tecnológico. Tampoco tenían noticia de tantos refugios subterráneos construídos fuera del alcance de sus bombas.

 

La resolución 1559 de NU ordenó hace tiempo que Hezbolla se desarme, pero el gobierno libanés no pudo o no quiso hacer cumplir ese mandato. Es posible que el único con fuerza para hacerlo cumplir sea el ejército de Israel, frente a la amenaza de muerte que les significa esa presencia en sus fronteras.

 

Las oficinas de Hezbolla en Beirut, que fueron sistemáticamente destruídas, estaban ubicadas en populosos barrios civiles. Allí también se avisó con volantes la inminencia de los bombardeos. La destrucción de puentes, aeropuertos, centrales eléctricas y rutas la hicieron para dificultar la llegada de refuerzos desde Siria.

 

Israel decidió hacer un enfrentamiento definitivo para destruir a Hamás y Hezbolla, para terminar con los ataques terroristas a su territorio y poder seguir las negociaciones de paz con Palestina y Líbano, cuyos ciudadanos lo desean pero no pueden manifestarlo públicamente por temor a represalias. Los ataques, criticados como desproporcionados, parecen concebidos con la intención de demostrar que Israel está cansado de hacer represalias ‘proporcionadas’ que no disuaden a los terroristas de intentar un nuevo ataque. Esa táctica es discutible, pero para criticarla habría que estar en la piel de los israelíes, que viven bajo amenaza de muerte todos los días.

 

Arabia Saudita, Jordania y Egipto están dejando hacer a Israel, pues Hamás y Hezbolla son sectas chiitas, enemigos ancestrales de los sunitas que gobiernan esos paises.

 

La posibilidad de extender la guerra a Israel-Siria puede complicar el panorama. Se dice que Israel espera cualquier provocación de Siria para justificar un bombardeo. Siria tiene armamento más sofisticado que el que cedió a Hezbolla, pero no es militarmente tan fuerte como Israel.

 

Por su parte, Irán amenazó con tirar al mar a los israelíes, pero tampoco tiene misiles de precisión, y si se uniera a Siria en un ataque a Israel, le estaría dando el justificativo de destruir las instalaciones nucleares iraníes, con el beneplácito de EU y muchos países europeos.

 

Israel declaró que acepta sus actuales fronteras en Gaza y Líbano. No tiene ninguna ambición territorial. Entran en esas zonas para destruir los nidos desde donde se disparan cohetes.

 

Los terroristas

 

Según el cineasta francés Pierre Rejov, que hizo seis documentales sobre la intifada, el terrorismo es consecuencia de una neurosis que padece parte de la humanidad y produjo una cultura desvastadora de la destrucción. En este momento, parece que la mayor parte del terrorismo es de origen islámico, lo que no significa que todos los musulmanes sean sospechosos de serlo ni que no existan terroristas de otras confesiones religiosas que viven en casi todas las ciudades del mundo.

 

Una de las características de los suicidas islámicos es una pobre formación cultural, haber recibido un lavado de cerebro y creer que la única solución para la injusticia de este mundo es inmolarse en nombre de Dios, matando a los infieles cristianos (Torres Gemelas, Atocha) o judíos (Tel Aviv).

 

Según Rejov, su tensión interna nace de la insatisfactoria vida sexual, por la veda de una relación sexual acompañada de ternura. La sociedad islámica mantiene a la mujeres por debajo del nivel de los hombres. La sexualidad está severamente reprimida, pero la muerte les promete placeres prohibidos en este mundo con setenta vírgenes para cada inmolado.
Según declaraciones de sobrevivientes israelíes a esos atentados, muchos aseguran que en el momento de inmolarse, los suicidas sonreían.

 

En las entrevistas con algunos muchachos a los que se logró detener antes de detonarse, ellos parecían personas normales, pero su lógica le hizo parecer a Rejov que entrevistaba a un internado en un manicomio. Los familiares también. Muchas madres le dijeron: ‘gracias a Dios mi hijo está muerto’. Un shaheed, mártir, es para una madre musulmana algo más valioso que un premio Nóbel. El suicida no ve seres humanos entre sus víctimas, sino algo impuro, infieles. La muerte le abre una puerta para acceder al Más Allá, es un medio para llegar al paraiso. El suicida es la ‘espada de Dios’. Están inoculados con religión, como algunos occidentales se drogan. Desarrollan un ansia de muerte y están seguros de recibir en su segunda vida el premio prometido.

 

Los suicidas no buscan adquirir cosas ni libertad para ellos o para sus camaradas. Buscan cumplir con Alá, matando a los infieles.

 

En términos bélicos, es difícil denominar guerra al enfrentamiento entre algún pais y una fuerza terrorista. Los terroristas siempre estrán en algún territorio como ocupantes ocasionales, pero no tienen un ‘pais’. Bin Laden es saudita, pero no opera en su pais, donde sería expulsado o matado, por atentar contra el gobierno pro-norteamericano del reino saudí. El terrorismo es un ‘pais fantasma’, que puede estar en cualquier lado en cualquier momento. El hecho que haya potencias como Irán, que los financia y les provee armamentos modernos, configura un peligro para la estabilidad mundial que obliga a represalias a veces desmedidas para la opinión pública. Para comprenderlo, sólo habría que imaginar qué sucedería si esas organizaciones terroristas tuvieran acceso a armas atómicas.

 

Irán

 

El presidente iraní Ahmadineyah sigue proclamando la destrucción de Israel en un contexto mundial insólito: nadie le pide que se trague sus palabras, ni siquiera las Naciones Unidas. Y desafía al mundo con su aventura de fabricar armas nucleares para emplearlas, entre otras cosas, en destruir Israel.

 

Se cree que Irán no tiene todavía capacidad ofensiva contra Israel y sus amenazas sólo sirven para ganar tiempo mientras afila sus dientes. Sabe que Israel tiene preparados planes alternativos y está dispuesto a usar su armamento nuclear en caso necesario en base a la ‘teoría del pretexto’ que consiste en retaliar cualquier ataque que se suponga originado en Irán.

 

Ante la presión de las Naciones Unidas, el presidente irání dijo que recién contestaría sobre la suspensión de sus proyectos para enriquecer uranio el día 22 de Agosto de este año. En el calendario musulmán, ese día coincide con el 28 de Rajab, que conmemora la invasión de Jerusalén por Saladino en el siglo XII. Algunos analistas están alarmados por la coincidencia.

 

A fines de Julio, los noticieros israelíes mostraban buses cargados de soldados iraníes ingresando en Líbano para ayudar a la gente de Hezbolla.

 

¿Es posible una solución de largo plazo?

 

Parece difícil mientras el mundo no tome conciencia de su judeofobia y uniforme su criterio sobre la amenaza del terrorismo para la paz mundial.
 
En estos momentos se habla de establecer una fuerza de paz internacional, creando un corredor que impida las agresiones de ambos lados. Israel quiere desarmar a Hezbolla antes de que se instale esa fuerza y es probable que no permita su llegada hasta terminar el operativo limpieza.

 

El análisis de la situación indica que, pese al tibio respaldo de EU, que configura un descrédito para la opinión pública mundial, Israel se encuentra absolutamente solo y deberá defender sus intereses con todos los medios a su alcance. Shimón Peres dijo con su claridad habitual que la diplomacia mundial ha caído tan bajo, que el presidente iraní se burla de los paises más importantes sin que nadie haga nada para hacerlo callar. Y mientras, prepara un arsenal atómico cuya finalidad es borrar a Israel del mapa.

 

La soledad de Israel está relacionada con la falta de una autoridad a nivel mundial que sea respetada por la mayoría de los paises. De acuerdo el analista alemán Joschka Fischer, en Die Zeit, Julio 20, 2006, un mundo sin hegemonías es caótico. En Medio Oriente no existe ninguna potencia que pueda definirse como hegemónica. Y casi se puede decir, en términos que hubiera coincidido con Henry Kissinger, que no existe ninguna en el mundo en este momento.

 

Así como el mundo estuvo siempre controlado por alguna potencia mundial, en este momento no existe una clara hegemonía, pues el pais más poderoso, EU, pasa por un momento de descrédito sin precedentes a raíz de la política confusa de Bush, que no parece llamar a las cosas por su nombre. Entonces, es posible que el control mundial deba hacerse mediante un grupo de potencias que haga sentir su influencia en forma coordinada. En círculos de análisis político se habla de un ‘Cuarteto para controlar Medio Oriente’, que estaría compuesto por dos organizaciones, la Unión Europea y las Naciones Unidas, y dos paises; EU y Rusia.

 

En todo caso, el ostensible apoyo de Estados Unidos a Israel es importante, pero el gobierno de Bush es el que despierta mayor oposición en la opinión pública mundial por la ineptitud de su presidente para explicar el sentido y necesidad de su guerra en Irak.

 

Por su parte, Rusia juega su propio partido para recuperar la perdida influencia soviética y entonces dialoga con los archienemigos de EU, por ejemplo con Irán o Corea del Norte, vende algunas armas oxidadas a países que se sabe las derivan a los terroristas y le pone mala cara a Israel por sus represalias, pese a que la reacción rusa frente a sus terroristas chechenos en mucho más cruel que la israelí. Además, todavía es un misterio en manos de quién está el arsenal atómico soviético.

 

La Unión Europea comparte su moneda común, pero no comparte ideas políticas comunes. Cada pais actúa por su cuenta, de acuerdo a la conveniencia de su política interior, en estos momentos condicionada por la presencia creciente de habitantes de religión islámica, que superan en número varias veces a la población judía mundial y en algunos países pueden llegar a ser una primera minoría. Entonces tenemos casos rayanos en la ridiculez, como Zapatero luciendo un pañuelo palestino, sin darse cuenta que Atocha fue un atentado terrorista de la misma gente que ataca a los civiles israelíes. Por otra parte, la izquierda intelectual europea (y también latinoamericana) con tal de manifestarse en contra de cualquier política de EU, considera a Israel responsable de los enfrentamientos de Medio Oriente, para lo cual establece alianzas de hecho con los gobiernos más despóticos y tiránicos del planeta. Parece que la única forma de obtener el apoyo de las izquierdas sería que Israel recibiera un ataque desvastador. Pero en ese momento, su apoyo sería demasiado tardío. Escritores de la talla de Vargas Llosa, Saramago, Pérez Reverte, se muestran abiertamente anti-israelíes.

 

Las NU parecen haber servido en su momento para atemperar la guerra fría, pero desde entonces no parece haber logrado que sus resoluciones sean acatadas. Las NU no lograron que Hezbolla acate la resolución 1559 que obligaría a la organización terrorista a desarmarse. El elegante Kofi Annan no logra convencer con sus discursos pronunciados en forma casi poética, pero patética.

 

Por ahora, los intereses del ‘Cuarteto’ están más en confrontación que en acuerdo.

 

Es posible que si los israelíes logran el desarme de Hezbolla, no signifique la llegada de la paz tan ansiada. Es sólo cuestión de tiempo que los conflictos con el terror de esa organización vuelva a ponerse al rojo vivo.  

Se vió en CNN a un padre libanés quejándose por los bombardeos israelíes y gritando que cuando se le acaben las balas, les tirarían piedras a los israelíes, y cuando se acaben las piedras, tirarían los hijos contra los tanques. Si no se logra cambiar ese desprecio por la vida, será difícil que haya algún entendimiento como el logrado con Egipto o Jordania.  

Por otra parte, ningún tratado de paz surge por la fuerza de las armas, sino en las mesas de negociaciones. Pero si Líbano y la Autoridad Palestina albergan a organizaciones terroristas que van ganando espacio en sus parlamentos y se niegan a abandonar las armas, crean una situación de imposibilidad para negociar.  

Es un hecho reconocido por todos los analistas que si los terroristas se desarman, habría paz con Israel, pero si los israelíes se desarman, Israel desaparecería del mapa.

 

 
     

 
 
 

Es bueno tener información para descubrir y defenderse del poder oculto que destruye a la humanidad, que las amenazas no nos intimiden.

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