Quizá no habría sido un accidente, pero sigo adelante...

Jorge Paredes Romero
Periodista y humanista peruano

Por las calles de la Urb. Repartición distrito de Comas Lima - Perú / 5 agosto 2014

Era un día soleado, Arequipa procura siempre ofrecer a su gente un clima agradable, sin embargo una extraña sensación me asaltó, como si algo presagiara, fue como un viento frío que llegó a mi rostro, mi ruta era hacia el claustro universitario, era ya pasado medio día y tenía que llegar a tiempo al comedor universitario, pero antes tenía que pasar por la oficina de Mary, para imprimir los volantes que necesitaba, mi pensamiento estaba en eso.

Hace poco había ya publicado mi libro, “La casa el jabonero”, http://peruesmas.com/penales  un ensayo que describía la realidad carcelaria en Arequipa, del penal de la Av. Siglo XX y llevaba adjunta en unos párrafos la propuesta para una verdadera rehabilitación del interno en cualquier penal del país. Debido a ello fui convocado tanto por el Centro de Estudiantes, como por el vice rectorado académico de la UNSA, ambas era buenas noticias, se me brindarían facilidades en la universidad para seguir organizando eventos culturales, tanto en Radio Universidad, en su auditorio, como en el Teatro Ateneo o teatro municipal. En el Vice rectorado me comunicaban que para el próximo año sería auxiliar de cátedra en el Escuela de Psicología. Hace años había recibido una noticia tan halagadora como esta, cuando llegando a Ilo en Moquegua, donde me correspondía votar, encontré en una vitrina del  colegio "Daniel Becerra Ocampo", donde estaba mi mesa de votación, el diploma por haber compuesto la música del Himno de dicho plantel, solo el diploma, porque el premio económico ya había desaparecido, así son muchas de estas cosas en Perú, con el tiempo aprendería que es rutina.

Ya me había reunido con el Padre Carpio, quien había llegado desde Lima, comisionado por el Ministerio del Interior, quienes estaban entusiasmados con el libro que había publicado hace poco sobre la realidad carcelaria de Arequipa que es similar en todo el Perú, también sobre la urgencia de una auténtica reforma en los penales y la educación universitaria, es decir la necesidad de la especialidad de Psicología Jurídica en la carrera de Psicología.

De pronto sentí un impacto que me lanzó a la vereda cuan largo era, solté lo que llevaba en las manos, casi siempre un libro, revista o lo que acostumbraba leer en mis ratos libres en la universidad, lo cual ocupaba todo mi tiempo por aquellos días de setiembre de 1971. Tenía 28 años y estaba en los mejores días de mi vida, dictaba conferencias, me habían presentado en los canales de televisión, reportajes en diarios, todo era maravilloso, todo esto se me agolpó en mi mente y quizá era lo que impedía perdiera el conocimiento, era el gozo de todo cuanto estaba pasando en mi vida. La puerta posterior de un bus grande, de los que iban a La Apacheta, por el Cementerio, se había abierto y me había golpeado, estaba caminando tan ensimismado en las preocupaciones, que no me había percatado de aquello que venía sobre mi, como un bólido; caí al suelo de espaldas, retorciéndome, tratando de no quedar totalmente aturdido, pujaba, buscando recuperar el oxigeno que se me escapaba de los pulmones.

Alguien me ayudó a incorporarme y me ventilaba con mis propias revistas, que eran grandes y procuraban darme vida, pronto recuperé algo de aire y pudieron recostarme en una de las paredes de los negocios de la Av. Perú, en el Mercado San Camilo, pasaron unos minutos y pude recuperarme mejor y milagrosamente seguir mi ruta hacia la universidad. Estaba yendo en diagonal, zigzagueando por la calles, desde la zona de Cuarto Centenario, donde residía en una casa particular, hacia el Comedor Universitario de la UNSA, a un costado de la Catedral, frente a la Plaza de armas de Arequipa.

Fue increíble, mis pensamientos y objetivos me impidieron darle a aquel suceso la importancia o gravedad que tenía, mi nobleza me impedía asumir lo que hoy sería diferente, lo tomé como una casualidad y seguí mi camino, ni siquiera relaté a mis amigos de la Universidad lo que me había sucedido, ni a Mary con quien mantenía una amistad muy estrecha, que superaba una amical relación, había algo más entre los dos, pero no había sido declarado, estuvo siempre allí, latente…

Pasaban los meses, el libro se vendía en los puestos de periódicos arequipeños, asistía a eventos culturales, seguía dando conferencias, los estudios adelantados, casi terminaba mi carrera, pero no era lo que me tenía atrapado, eran otras mis ideas, ni siquiera la promesa que al próximo año sería docente universitario, tampoco la Comisión que había llegado desde Lima, encargados por el Ministerio del Interior, para acompañarme en todos los eventos alrededor del libro y las diversas reuniones culturales y de estudio alrededor del tema reforma carcelaria. La verdad es que nunca se me subieron los humos a la cabeza, siempre he tenido ese perfil bajo, considero que lo que hago es lo que todo ser humano debe hacer, es nuestro deber.

Pasaron los meses y ahora vivía en la casa de una familia en la calle San Camilo, última cuadra, era verano y con mucha anticipación organizaron un paseo a Mollendo, ciudad balneario a 120 kilómetros al sur, de modo que llegado el día, todos nos acomodamos en la tolva de una camioneta, nadie asumió que era peligroso, Rita una amiga era quien manejaba, era su camioneta, tenía mucha experiencia en esas lides, de modo que todos felices estábamos ya por las pampa de La Joya, cuando de pronto alguien desde la caseta gritó: ¡Agárrense fuerte! Sentimos como el vehículo iba de banda a banda en la autopista, estaríamos algo de 100 kph. y nos agarrábamos como pudimos de lo que había allí, una llanta de repuesto empernada y una sogas, en fin, gritos e interjecciones, era una locura, de pronto Rita detuvo el vehículo y en medio de interjecciones, que era raro escuchar en femeninos labios, reclamaba el porqué de aquella embestida, de un auto que venía en sentido contrario y que ya había desaparecido allá a lo lejos de aquella recta y larga carretera.

Rita vociferaba, que esos del auto eran unos locos, estaban ebrios o que se yo, lo cierto es que venía en sentido contrario de pronto, según relatan los que iban en la caseta, se nos vino de frente, como queriéndonos sacar de la ruta hacia el arenal, donde podríamos haber terminado volcados luego de varias vueltas de campana, hubiéramos sido nosotros expulsados de mala manera y sin saber qué podría haber ocurrido, quizá más de una desgracia, menos mal todos estábamos bien, aunque muy asustados y algunos sollozantes. Todos jóvenes, fuertes y de buen físico, solo había sido un gran susto que pronto olvidaríamos, pues las playas mollendinas hacen olvidar a uno, de cualquier desagradable evento.

Pasarían unos meses ya de 1972, pasé casi todo el verano en Mollendo, cuando ya corrían voces acerca de que debía cuidarme, que había más de uno que me buscaba y eran desconocidos en la zona, yo cambiaba siempre de rutas y mis horarios habían variado, sin embargo algo me decía que tuviera más cuidado. A mis cercanos 29 años, joven, alegre y dedicado al estudio, pero aparte de la universidad, mi trabajo de músico me quitaba el sueño, ya que siempre era de amanecida y muchas veces terminaba tan cansado que me afeitaba casi de memoria, más aun después de aquella mañana en que rompí el espejo de mi dormitorio, en aquella pensión estudiantil frente al estadio en Cuarto Centenario, donde también vivía Genaro Neyra, el héroe del Melgar FBC., quien siempre nos relataba sus jugadas maestras en el gramado del coloso deportivo, era la sobremesa obligada en las horas del almuerzo.

Llegó el 5 de Agosto de 1972, pronto cumpliría años, esa noche dimos un largo paseo con Leonor, con quien tenía pensado casarme en poco, terminando mis estudios, fuimos a cenar a un local de parrilladas y luego a ver una linda película, a las 11 p.m. ingresé a trabajar como pianista en un baile de SEAL luego no sé cómo, terminé en el Mouling Rouge en Mariano Melgar y allí de madrugada me encontré con César, compañero universitario que se ganaba unos billetes haciendo taxi en su coche, le pedí me llevara de retorno a casa y en el camino concordamos que podríamos ir a Mollendo, ambos teníamos razones, yo tenía que pedir un dinero a una tía, porque urgente necesitaba para contratar un nuevo abogado, ya que hace poco, el pasado 28 de Julio de 1972, había fallecido el que llevaba el juicio de divorcio con Ruth, mi primera esposa, así que nos encaminamos a Mollendo en su carro, llenamos el tanque de gasolina, pagamos a medias, así lo acordamos, todo a medias.

Ya había trascurrido gran parte del camino, ingresamos a la zona de la quebrada de Guerreros y me quedé dormido, no recuerdo más. Desperté en una cama del Hospital "Manuel de Torres Muñoz" de Mollendo, el Dr. Velarde me instaba a que moviera las dedos del pie o levantara la pierna, no podía hacerlo, de pronto se me vino a la mente lo sucedido el día anterior, en la facultad de medicina de la UNSA, estábamos haciendo unos trabajos en el laboratorio, con unos sapitos, a quienes les habíamos seccionado la medula espinal y quedaron paralizados, entonces solo decía entre la somnolencia, que era la venganza del sapito y le decía al Dr. Velarde, ¡No se preocupe Doctor, ya se lo que tengo, es paraplejia verdad? Mi familia lloraba y el Dr. asintió diciendo, si Jorge, eso es… y yo aun no puedo entenderlo, estaba sereno, como si eso era algo que pertenecía a mi vida, era una nueva manera de vivir, los años lo demostrarían que así era... http://peruesmas.com/comentarios/0241.htm

El Dr. Velarde había sido médico de la familia por muchos años, esa familia vivía muy apegada a los tradicionalismos, muy conservadores y allí estaban, acompañando al Dr. Velarde, unas enfermeras, nadie sabía qué había pasado, pregunté por Cesar, me dijeron que estaba en otra sala, que estaba bien y que nos habían recogido de la quebrada de Guerreros, el auto se había volcado y caído a una quebrada profunda, que Cesar tampoco daba razón de lo que había sucedido, no se cuánto había transcurrido desde el incidente en la autopista.

Hoy, después de haber conversado con amigos en Lima, luego de varios años, cuando relaté todo cuanto había pasado antes de aquel accidente, todo cuanto había sucedido, me dijeron: “Jorge aquellos sucesos no fueron casualidad, todos habían sido atentados y por fin el tercero logró paralizar no solo tu cuerpo, sino todo cuanto estaba diciendo y haciendo” Mis discursos eran frontales ataques al Sistema, tal como ahora lo hago, del abandono que existía en la salud, la educación y en todo lo demás, lo decía en aquel libro, era el estudiante que pretendía reformar el mundo, desde sus escasas posibilidades de estudiante próximo a graduarse de Psicólogo Clínico, pero era una tarea que no pude por entonces culminar. “La casa del jabonero”, aquel juvenil libro, quedaría como mudo testigo de todo mi empeño y mis esperanzas, toda una vida truncada, era el 6 de Agosto de 1972, las ocho de la mañana, la hora de aquel accidente en la Quebrada de Guerreros, ruta entre Arequipa y Mollendo, han transcurrido 42 años desde aquello.

Casa familiar actual en Lima	Casa de la familia Paredes en Mollendo Comercio 752

Si, han trascurrido de aquello cuarenta y dos años, en los cuales me dedique a estudiar varias profesiones y adquirí muchos conocimientos, que se sumaron a los de electrónica, música, psicología y mística que ya tenía. Luego estudié Kinesiología en un tecnológico de Lima, Técnica de la educación secundaria en la Universidad Antunez de Mayolo, Podología en la Academia Valderrama, Psicología empresarial en CEAC de España, a distancia, proseguí estudios místicos con John Curtin, y otros Maestros europeos y orientales en Lima, pero lo que más me ha servido, han sido mis aprendizajes de informática, que se iniciaron el año 1998 cuando tenía 55 años de edad. Sentado frente a una Pc., presionando teclas, así avanzaba en descubrir todo el mundo de la informática, no podía ir a un Instituto, no había por entonces Internet y el programa Windows no había aparecido aún, menos el mouse. El DOS era la estrella y había que cargar cada programa que deseábamos aplicar. Era una computadora que me había prestado Sor María, la gran amiga, lo que nos permitió aprender informática en casa, presionando teclas, aplicando aquello del ensayo - error, ya que además la informativa es simplemente deductiva.

Ya después pude comprar una computadora, gracias a un dinero recibido de la entonces Telefónica, como accionista de la empresa de telefonía y el verano del 2002, el 15 de Enero, subí a la red la primera página Web en la ciudad de Mollendo, www.mollendo.peruesmas.com  transcurrí todo un año en esa ciudad y desde allí no dejé de proyectarme en la red, tenía por entonces 59 años de edad ahora ya estoy cerca de cumplir los 71 años, será dentro de unos días, pero este 6 de Agosto se cumplen 42 años de aquel accidente, lo que me permitió ingresar a una rutina de estudios interminables, aun hoy sigo estudiando y aprendiendo y como dicen, nunca se termina de aprender, aún el día que mueres, aprendes a morir.

Hoy propulso la reforma educativa en Perú mediante el Holismo www.holismo.peruesmas.com  La Internet es la biblioteca más inmensa que jamás conocí, es la fuente de conocimientos inacabable y de información infinita, pero también la Internet me permitió conocer mucha gente de todo el mundo, y tengo amistades muy hermosas en Israel, España, México, República Dominicana, Colombia, Italia, etc., es decir en muchos países del mundo, creo tener amistades invalorables, algunos de ellos han sido mis mecenas.

Recuerdo aquella señora peruana, que en Japón lidiaba con las oficinas de inmigración, ya que le deportarían a Perú, por alguna razón que hasta hoy desconozco, más ella luchaba porque no sucediera esto, ya que su menor hija perdería todos los derechos adquiridos de la sanidad japonesa y las ayudas que le daban a su hija, quien sufría una discapacidad y de venir a Perú quedaría relegada al olvido, a la desesperanza, porque aquí no existía la ayuda que si tenían en Japón. Llegué a conocer el caso, investigué, busqué más información, hice llamadas telefónicas a mis amigos en el Congreso, a otras instituciones de rehabilitación, y empecé a cruzar información con los de Japón.

Llegó una abogada de ese país a Lima, dio con mi domicilio, vino a realizar investigaciones, le concerté citas con algunos congresistas, con entidades peruanas que dirigían sus esfuerzos a la rehabilitación, en fin, dicha abogada retornó a Japón, premunida de exquisita información, que demostraba que si esa madre peruana era expulsada de Japón, perdería el acceso de todas esas ayudas para su hija, de modo que consiguió al amparo de los derechos humanos y de los niños, permanece en ese país hasta hoy.

Me hicieron una entrevista para un semanario japonés en español, y al término de la misma, al despedirse, la abogada me dejó una caja de chocolates en agradecimiento. Los chocolates fuimos consumiendo poco a poco conforme pasaban los días, nuestra sorpresa fue al terminarlos, que en el fondo de dicha caja había un sobre, con un mensaje y unos dólares, lo que me permitió comprar una nueva computadora, porque la que teníamos ya estaba desvencijada, además estaba ya pasada de época. Eran cosas de mi vida, siempre fue de ese modo, así he vivido, todo me fue provisto por los demás, yo jamás hubiera podido comprar esas cosas, todo iba llegando conforme lo necesitaba, nunca más, nunca menos; mi vida estaba siendo dedicada a lo que siempre quise, era como si se estuviera desarrollando un plan pre-establecido, por más que quisiera abandonarlo, siempre regresaba a él.

Pasaron unos años, Mayo del 2005, un amigo peruano que radica en los EE. UU. nos puso al frente de la revista virtual “Sociedad Latina” http://www.peruesmas.com/sociedadlatina  también nos financió una nueva computadora, la cual es la que utilizo ahora, la otra la pasé a mis hijos. Me refiero al Sr. Orlando Cordero Guerra, un ex marino peruano radicado ahora en USA, en donde trabaja con diferentes empresas y ha llegado a conocer la alta tecnología que tanta falta le hace a nuestro país, del mismo modo otros amigos un médico  que significó un aliciente en mi vida, el Dr. Andrés Mendoza Arteaga.

Una nueva amistad llegó más adelante, una señora peruana en Suecia, Rosa María Nordlund, quien estimuló mayor creatividad, gracias a Dios hoy casi   un Analista Big Data  www.paredesperu.com  , ello nos ha permitido financiar páginas Web, desde las cuales nos proyectamos al mundo entero. Si pues, todo esto, gracias a los conocimientos de informática que ahora nos permite desde el diseño de una página Web, hasta la instalación de una radio o un canal de televisión virtuales, quizá una sala de video chat o conseguir posicionarnos en los buscadores mundiales con privilegio, es decir nos hemos convertido en una especie de ingeniero de sistemas, gracias a los estudios que se iniciaron aquel 1999 cuando encendí por primera vez mi propia computadora, la cual después pude obsequiar a unos familiares.

A partir de ese clic se sucedieron miles de clics, y fueron los que me dieron muchos conocimientos, lo cual unido a lo que me enseñaron maestros de música en mi infancia y adolescencia Manuel Castillo Chanove, Aurelio Díaz Espinoza, Don Benigno Ballón Farfán, Adrián Centty, Pepe Cantely, Pedro Espinoza, etc., me permitió procesar una serie de midis con el programa Cakewalk y subir casi todas mis composiciones a la red, con la voz montada gracias al programa Cool Edit, están ahora en la página Web cuya dirección es http://peruesmas.com/canciones

Del mismo modo me pasé más de trece años escribiendo unos centenares de comentarios, que ahora están en http://www.peruesmas.com/comentarios  y una Doctrina para el cambio en Perú en http://peruesmas.com/doctrina  del mismo modo gracias a dos empresas proveedoras de Streaming, tengo ahora una radio virtual en http://www.peruesmas.com/  y un canal de televisión virtual en http://www.peruesmas.com/tv  del mismo modo logré salir a la calle con seguridad e independencia, primero gracias a un elevador de silla de ruedas que diseñé y desarrollo otro amigo mecánico, igualmente gracias a Sor María, una religiosa canadiense, quien puso a mi alcance una silla de ruedas electrónica, desde aquel 26 de Agosto de 1990, la misma que se ha ido renovando hasta la actualidad gracias a Azucena, una amiga mexicana, de quien guardo cariñosos recuerdos, como también Pascale desde Jerusalén en Israel, y recientemente Rita desde Florencia Italia, es decir todo a mi derredor se ha construido gracias a donativos y ayudas de amistades, quienes me han alentado en lo que vengo haciendo, ya que sin ello jamás hubiera podido construir todo esto, jamás.

Luego gracias a nuestro amigo Bernardino Rodríguez, seguí su consejo, de afiliarme a la Federación de Periodistas del Perú, que ahora me acoge y respalda como Periodista Peruano y con todo este bagaje de estudios y conocimientos, me proyecto al mundo de manera increíble, intervengo en emisoras peruanas, como también a entrevistas de medios de comunicación del exterior vía Skype o telefónica, mis escritos están en otras páginas o revistas, que a su vez han servido de bibliografía a trabajos universitarios, he fundado dos Asociaciones en Perú http://www.codal.peruesmas.com  y actualmente asesoro una Asociación en defensa de los consumidores peruanos http://www.aduspe.peruesmas.com  gracias a nuestro amigo Orlando Cordero.

Un amigo de muchos años, me refiero a Nacho, nos visitaba siempre en casa nos respaldaba y nos permitió tener otros amigos, a quienes nos presentaba y otras amistades que sería largo enumerar, que hoy nos dan su confianza, estímulo y palabras de aliento cuando flaqueamos, debido a los diversos ataques y amenazas que hemos recibido en Perú, como también ofertas de personas corruptas, a quienes nunca hemos hecho caso.

6 de Agosto del 2014, se cumple 42 años de aquel accidente, que creemos no fue tal, y que después de aquel otro Agosto de 1959, en que prometimos luchar contra las injusticias, cuando cursábamos el cuarto de secundaria, en el Colegio Nacional Deán Valdivia y entonces fundé el semanario “La Razón” en la ciudad de Mollendo, tenía entonces 16 años y hoy acompañado de mi esposa Katty quien se ha erigido no solo en mi compañera sino en mi enfermera, porque eso estudió, es quien junto a nuestros hijos José y Jorge de 21 y 18, me animan y dan soporte a continuar en esta tarea autoimpuesta, por la que no recibo sueldo alguno, todo cuanto hago es ad honorem (De gracia recibís, de gracia daréis), primero porque no podría recibirlo, de ser así perdería la pensión que recibo del estado, que es lo que nos permite sobrevivir como familia, en la vivienda y hogar que juntos hemos construido, también con la ayuda de Dios y todo aquello que hoy nos permite seguir en esta lucha, por recuperar la justicia social y mucho más en mi país.

Este escrito será alimentado poco a poco, con mas recuerdos alrededor del 6 de agosto...