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La insatisfacción del joven al egresar de la escuela o la universidad.

 

Entérese acerca del Paradigma  

Jorge Paredes Romero

 educativo del siglo XXI    

Periodista y Humanista peruano



Vivo en Lima, capital de Perú, hasta aquí he vivido en permanente búsqueda de la verdad y la justicia, no pertenezco a algún partido político. Filosóficamente me declaro ecléctico, considero el equilibrio como la mejor opción de pensamiento, los extremos nunca son buenos, tampoco los dogmas, creo que nadie puede imponer a otra persona su forma de pensar, cada quien es libre de tomar su opción espiritual y política.

Hasta aquí he vivido ya siete décadas, he podido viajar por diferentes regiones de mi país y conozco otras por referencias de familiares y amigos viven largo tiempo en otros lugares, el extranjero. Del mismo modo he contactado con personas de toda edad, sexo, nivel cultural y de diversas clases socio-económicas. Todo este bagaje informativo me permite hoy emitir opiniones valederas acerca de la problemática de mi país, sobre los conflictos existentes a nivel educativo, laboral y religioso, y a cada paso de mi vida tengo experiencias que me permiten apreciar las contradicciones existentes en la sociedad, cada día percibo el malestar ciudadano, por la forma irresponsable que se gobierna el país.

- La insatisfacción del joven al egresar de la secundaria o universidad. - El permanente descontento del obrero y la desesperanza de aquel que no tiene trabajo, pero si una familia que sostener. - La temprana experiencia de adolescentes frente a la maternidad - El maltrato a la mujer y al niño. - Las violaciones aún dentro del seno familiar o en el ámbito escolar. - El acoso sexual en diferentes sectores. - La drogadicción y su entorno. - La seguridad social y sus deficiencias. - El urbanismo ausente o inadecuado. - Los medios de transporte y comunicación. - Los servicios públicos. - La agricultura y ganadería. - La desnutrición y mala alimentación. - La inmoralidad y corrupción a nivel judicial, gubernamental y social.

Es decir en nuestro país se dan una serie de fenómenos negativos que son reiterativos en otras latitudes y que han dado origen justamente al fenómeno terrorismo. No pretendo justificarlo, mas lo explico, comprendo que una de las causas de su existencia es la injusticia social, la inequidad, las profundas diferencias que se dan en los diversos estratos sociales, que son visibles y muy notorias. Esas brechas y notorias diferencias son ofensivas, más aún cuando se hace uso del poder y del dinero para lograr beneficios sociales, que muchas veces son reclamados por quienes lo merecen y sin embargo son dados inmerecidamente a quienes hacen gala de su poder adquisitivo, que todo lo compran, títulos, cargos, sentencias, nombramientos, etc. No pretendo ser negativo en el análisis de la realidad de mi país, pero las cosas buenas también se dan, mas este comentario es eminentemente critico de lo que es titular en las noticias de radio, televisión o diarios de la capital, así que ello no me deja mentir ni exagerar, sino que es simplemente la verdad, la dolorosa verdad.

Creo que quien tiene suficiente capacidad de raciocinio comprenderá que las masas se han envilecido por culpa de quienes tienen las prerrogativas del poder, quienes nada hacen por cumplir las promesas de cambio y desarrollo que proclaman, cuando reclaman preferencia electoral. El pueblo ya está cansado de abusos y demagógicas promesas, del despilfarro y la desvergüenza de quienes tienen cargos de confianza en el gobierno, aun de quienes tienen cargos públicos que deberían ser de servicio, tornándose más bien en oportunidad de ilícito enriquecimiento. Todo eso envilece a las masas, quienes rápidamente prestan oídos a líderes que optan por la lucha armada como única alternativa, ya que la lucha política, en la dirigencia o en el congreso es inútil, incluso de quienes militan en determinadas tiendas políticas, han saboreado el desengaño al ver que el sistema legislativo no funciona.

Probablemente uno de los más caros anhelos de un estudiante es culminar los estudios secundarios, he tenido la oportunidad cuando ejercí la docencia en Sicología y Filosofía, cursos que permiten la interacción, el diálogo y la edificante discusión, comprender que los alumnos tienen expectativas educativas, que muchas veces no son satisfechas; el educando sufre al notar la mediocridad de sus maestros, peor aún estos días en los que es fácil para un joven acceder a la Internet y allí obtener información, que muchas veces los maestros desconocen, ya que no tienen tiempo, ni los suficientes ingresos para comprar diarios, revistas, libros y tener una computadora en casa y conectada a Internet. Los sueldos de 1.200 soles en el mejor de los casos, son escasos, aún para el sostén de su familia, quienes mal nutridos no tienen suficiente liquidez para adquirir vestimenta y menos información, porque los buenos libros son caros, lejos del alcance mayoritario.

El maestro tiene que salir apresuradamente de la escuela y continuar como taxista, cambista o ambulante, ya que solo así podrá tener ingresos extras y suplir las necesidades familiares y personales. Pero ese tiempo invertido en trabajo extra, le impide preparar los temas para su trabajo educativo, le impidió leer y hasta descansar adecuadamente y tendrá que dormir con las preocupaciones y angustias de la persona explotada y despertar de un mal descanso, que debió ser reparador y reintegrarse a su diaria labor de educador. Esa es una de las razones por las cuales, la sociedad día a día languidece y va por una pendiente decadente y desesperada. Maestros mal pagados y alumnos desatendidos en sus expectativas y esperanzas.

La educación es uno de los pilares fundamentales, sino el más importante, que permite que una sociedad desarrolle, que los jóvenes crezcan en moral, valores, principios, que sean solidarios, respetuosos de las leyes; nobles, con amor recibido y con capacidad de darlo, pero ello está ausente de sus vidas, los padres trabajan largas jornadas, ausentes de casa, los niños crecen sin guía ni cuidado, sin afecto, sin adecuados modelos, los maestros apenas cumplen su tarea poco formativa y algo informativa, que apenas modela y modera, porque es un ente que repite los contenidos que están en libros anacrónicos y con información falseada, ya que los sylabus y los textos, están arreglados conforme los dictámenes del poder, los dueños de bancos y las cúpulas dominantes a nivel internacional, los que facilitan el acceso al poder, los que quitan y ponen gobiernos, como si fueran piezas de ajedrez.

La concepción de que los dioses del Olimpo jugaban una especie de ajedrez con los pueblos de la tierra, es ahora una realidad, cuando entendemos cómo es que logran las entronizaciones y vacancias en los países pobres, pero la victima primera de este sistema de cosas son el niño y joven estudiante, que desde temprana edad son víctimas de los continuos experimentos que se llaman reformas educativas. Hace poco estábamos con la educación común, luego apareció ciencia y letras, nuevamente se integró, se dio paso al Constructivismo, el bachillerato, hoy todo eso se ha hecho de lado, pero cada cambio apenas dura pocos años, el último apenas dos y el estudiante es cual cobayo, expuesto a estos inmensos laboratorios, que no hacen sino desvirtuar la educación, rebajarla al burdo experimento y crear confusión tanto en maestros como en estudiantes. Ante todo esto, sucumben ministros, directores, supervisores, maestros y lógicamente estudiantes. Ciertamente el cambio es bueno, la dinámica, pero el desorden y la improvisación son aberrantes y de resultados decadentes.

De toda esta problemática surgen los negocios, ya sea con licencias para centros educativos particulares o tal vez para academias pre-universitarias y hasta las autorizadas por las mismas universidades con ingreso directo, los centros de educación inicial, a veces hasta dos o tres por manzana, son la muestra de que la educación es negocio, la ausencia de educadoras tituladas, ya que se improvisa quien deba tratar al niño en su tierna edad, donde se deforma en vez de educar, donde el rotacismo, la dislexia y el lateralismo son apenas percibidos. Los entes gubernamentales llamados a controlar estos centros educativos, si es que se les puede llamar así, solo se preocupan de participar de actividades, invitaciones, intercambiar obsequios y recibir presentes y honras, pero no fiscalizan como es su obligación, la buena marcha, el profesionalismo de quienes fungen de maestros, de ver si la infraestructura es la idónea y adecuada para un centro educativo. Falta de aulas, ventilación, iluminación, salubridad, higiene y seguridad, se unen a la deficiente formación de quienes tienen la enorme responsabilidad de tratar con niños en edad de ser formados.

Cuando los adolescentes culminan la educación secundaria, se les presenta un nuevo reto y es el de los estudios superiores, donde también se encuentran con el negociado. Aparecen ante sus ojos Institutos y hasta universidades, que llegado el momento no tienen autorización para emitir títulos, con una plana de maestros, técnicos y catedráticos, que lejos de ser auténticos educadores no son más que un remedo.
Muchos podrán decirme que es errado generalizar, correcto, no se debe generalizar, pero ¿qué hacer cuando las estadísticas nos dicen que la realidad es esa, que cuantitativa y cualitativamente la clase educadora adolece de patologías crónicas, producto del maltrato social de la que es objeto y de la deficiente formación que recibieron? Lamentablemente el autodidacta es escaso, el que lee y obtiene información también, por falta de tiempo y dinero, de allí que todo esto, aparte de la improvisación, son causas de mediocridad en la clase educadora de nuestro país.

Hay provincias que carecen de centros de educación superior o si es que existen, están orientados a formar profesionales que al graduarse no obtendrán trabajo, porque esa carrera está saturada, por ejemplo enfermeras, secretarias, incluso maestros, pero lo que es peor y muy notorio es que determinadas profesiones no tienen demanda y quien se formó en determinada profesión, tendrá que dedicarse a otro quehacer, por ello vemos a Ingenieros vendiendo dólares, a Contadores manejando un taxi, a Maestros como ambulantes.

El desorden es reinante en el país, no hay cultura profesional, conozco médicos que terminan de hierberos o de aborteros, ahora más estimulados por el premio nobel; la ausencia de orientación vocacional temprana, impide que el joven opte por una profesión universitaria o una carrera técnica, que más tarde a la par le haga feliz, le sea de suficiente ingreso económico para sentirse realizado en la vida. Apenas el último año de secundaria, apresuradamente se le aplica un par de pruebas o se le inculca una carrera para la cual probablemente no esté preparado. La vocación aparece en el niño desde temprana edad, la cual debe ser observada, descubierta, cultivada y estimulada con respeto, no con imposición y terminen los jóvenes diciendo, estudié tal carrera por contentar a mis padres, pero en realidad quise ser esto otro. Esa frustración es condenable, le ata de por vida a la insatisfacción y a una vida derrotada, sin embargo es continuo encontrarse con casos así

Algunos podrán decir que soy demasiado crítico y solo veo lo negativo, pero otra cosa es vivir aquí, en medio del crimen, de las violaciones, y cuando sales a la calle tienes que cuidarte del ladrón, del arrebatador, del microbusero que no estima la vida de los demás, ni la propia siquiera; tienes que cuidarte del alimento que te sirven en un restaurante, de que un mal policía secuestre a tu familia o asalte un banco o un carro de caudales. Lamentablemente las virtudes y bondades de mi país, están muy lejos de la capital, en provincias hay felizmente todavía gente sana, noble, que es solidaria, los alimentos son buenos y el urbanismo más adecuado, aunque tiene sus bemoles, pero en la capital o sea Lima, donde se aglomeran más de ocho millones de habitantes, o sea casi la tercera parte de la totalidad, es temerario vivir, aquí se sobrevive, se sufre y se llora.

 


Jorge Paredes Romero

Periodista peruano
Registro FPP 7703